miércoles, 16 de enero de 2013

La roca triásica

 Casio Illuminator World Time e-data Memory chrono.

Ese es el nombre científico. La verdad es que es un auténtico prodigio de la naturaleza, jamás imaginé encontrar nada parecido. He estado leyendo un poco acerca de algunos casos parecidos que se han documentado en Mongolia y Australia y creo que este es el tipo de noticias que merecen ser contadas, y no la de que si esta señorita de dudosa moral se ha casado con tal futbolista o si una millonaria decrépita ha discutido con su tía del pueblo.

Todo empieza con un volcán que entra en erupción durante el mesozoico triásico. Este volcán tiene que estar envuelto de una serie de condiciones y “casualidades” muy concretas, pues debe explotar instantes antes de que empiece a llover, para que el magma pueda endurecerse y enfriarse lo justo para que el agua no se evapore sobre su superficie y se almacene sobre la roca recién solidificada. Inmediatamente después, debe caer una copiosa nevada para que haga una capa que proteja al agua antes de que otra capa de magma vuelva a pasar sobre ella y consiga endurecer la capa que pega con el agua antes que llegue a evaporarla y fundirse con la capa inferior de magma sólido. De esta manera tenemos una pequeña cantidad de agua encerrada entre dos capas de roca que cierran herméticamente a nuestra cápsula triásica.

Pero ahí no queda la asombrosa mezcla de causalidades, diferentes tipos de estafilococos y estifilos deben haber sido, por alguna razón científica, llevados a este agua antes de que la ardiente roca los encierre durante millones de años. Estas bacterias, sobreviven encerradas en la charca mesozoica durante eones, corrompiendo la piedra y generando pequeñas oberturas en las paredes antaño ardientes. Con sus desechos, generan nuevas piedras a partir de las antiguas cambiando la configuración inicial del hueco que dejó la piedra milenios atrás. Son muchos los millones de años que dura esta parte del proceso, y las ranuras que, curiosamente, dejan a resultas de sus destrucciones y construcciones aparentemente aleatorias deben dejar el terreno abonado para la siguiente parte del proceso.

Es en el oligoceno, que unos gusanos nemátodos consiguen alcanzar, a fuerza de excavar, nuestra charca ancestral. Allí, aprovechan las “gusaneras” que han dejado las bactérias a fuerza de corromper y generar nueva roca, para entonces ya nada tiene que ver el interior con lo que dejamos en el triásico, ahora todo está cambiado, perfectamente adaptado para que el gusano críe. Y es allí donde su progenie crece fuerte y sana continuando su labor estructuradora, y permitiendo paso a la siguiente fase de nuestro proceso, abren camino hacia el exterior, al cielo, a las lluvias, a la fuerza erosionadora por excelencia, el agua.

Poco a poco, gota a gota, el agua va entrando en los pequeños orificios practicados por los gusanos, moldeando a su antojo la piedra durante decenas de millones de años, hasta que algo inaudito ocurre, un pedazo, del tamaño de un puño, de roca volcánica modificada por las bacterias, los gusanos y el agua, se desprende del lugar donde estuvo durante los últimos millones de años y comienza a rodar montaña abajo, chocando contra otras piedras, redondeando los bordes, practicando pequeñas incisiones con extrañas formas y puliendo la piedra metálica.

Y al fin, su última parada en su viaje la hace siguiendo la corriente de un río hacia el mar. Allí, otro tipo de bacterias, la fuerza del río, los pequeños peces, incluso algún tiempo en el ácido estómago de uno más grande, hacen del Casio Illuminator World Time e-data Memory chrono lo que era cuando yo lo encontré.

Fue un día paseando por la desembocadura del Duero, en una visita fugaz a Oporto, lo vi. Semienterrado en la playa, allí estaba. Me cegó el reflejo del sol sobre su pulida carcasa. Lo más impresionante no era que estuviera pulido, que reflejase la luz del sol o que me entrase perfectamente en la muñeca, con el cierre en perfecto estado y todo, lo más asombroso es que aún funcionaba, estaba en hora de Madrid y hasta tenía pila con carga aún. En un principio pensé que era un reloj que se le había caído a alguien, que había hecho alguna empresa en su fábrica bajo el diseño de un experto en la materia y que había llegado a mis manos por medio de alguien, pero cuando leí esta explicación científica me quedé mucho más tranquilo. De todas maneras, no me apetecía que apareciese su dueño y se lo tuviera que devolver, era mío, yo me lo había encontrado, y me gustaba.

Realmente, muchas veces, la naturaleza nos deja perplejos... ¡Y yo que creía en los relojeros!

No hay comentarios:

Entradas populares