jueves, 26 de abril de 2012

Querido teólogo


Estudio teología. Eso es lo que hago. Es algo un poco raro y lo sé, para empezar, porque veo la cara que pone la gente cuando se enteran de lo que hago. No es algo que esté de moda, no es algo con lo que me vaya a hacer de oro en el futuro, ni siquiera sé que va a ser de mí a ciencia cierta, aunque eso no es ninguna novedad para casi nadie tal y como están las cosas. Pero la verdad es que me encanta. Dios es algo respecto a lo que, cuanto más aprendo, más quiero saber.

Pero el estar estudiando esto, no me hace un teólogo. Ni siquiera el terminar los estudios de teología te hace teólogo. De la misma manera que estudiar filosofía no te hace filósofo. Alguno por ahí pondrá una cara un poco extraña. Terminar los estudios de ingeniería te hace ingeniero, de psicología te hace psicólogo, de derecho te hace abogado, etc. Pero para ser teólogo, el requisito no es el haber terminado unos estudios y llegar a un rango de sabiduría de ese tema, ni siquiera lo consigues escribiendo libros acerca de todas las religiones del mundo o haciendo una tesis que deje boquiabiertos a los miembros del tribunal, no.

El requisito básico para ser teólogo es existir, pensar, ser. Así es. Y prestad atención que no he dicho que este requisito es creer, porque podría malinterpretarse. Porque lo que quiero trasmitir es que absolutamente todo el mundo es teólogo, que tú eres teólogo, incluso aunque pienses que no crees en nada, por la sencilla razón que no creer en nada es creer en algo, aunque ese algo sea que no hay nada. Me explico, si tu caso es que no sigues ninguna religión establecida, o no la sigues de una manera concienzuda, practicante, para entendernos, no significa que no tienes ninguna opinión al respecto, todo lo contrario. Si no crees en ninguna religión establecida es precisamente porque tienes una opinión al respecto, una que, en tu mente al menos, niega la validez de estas religiones.

El caso que decía antes de la filosofía es exactamente el mismo. El no haber estudiado a los filósofos clásicos y no tener ni idea de qué pensaba Kant no significa que no hagas filosofía, incluso aunque no sepas qué es la filosofía. Tienes una cosmovisión, que no es sino una manera de ver la vida, que te permite analizar todo lo que te rodea y crear una opinión al respecto, una explicación. Eso es ser un filósofo, el lograr interiorizar una idea personal del mundo exterior que está ahí fuera.

Si eres católico, eres teólogo, porque tienes una opinión religiosa basada en una serie de normas, ritos y dogmas que, mezclados con tus opiniones personales, que te hacen interpretar la vida desde un prisma religioso particular. Si eres agnóstico, y piensas que algo debe haber ahí fuera, algo que ha hecho todo lo que vemos, pero no entiendes muy bien cómo podemos llegar a entender esa fuerza, tienes una opinión religiosa que te hace interpretar la vida y lo que los demás dicen respecto a esto, luego eres teólogo. Si eres ateo y piensas que no existe nada parecido a un dios o una fuerza invisible que, de alguna manera, puede interferir o afectar nuestras vidas, tienes una opinión religiosa al respecto, una que te hace ver la vida de una determinada manera y tener una idea personal respecto a lo que yo cuento en mi Pajarería, y eso te convierte en teólogo.

Con esto no estoy diciendo que son iguales todas las interpretaciones en esta cuestión o que todos somos teólogos al mismo nivel. Está claro que alguien que solamente se ha acercado a la teología para repetir como un papagayo una serie de fórmulas mágicas y no piensa en nada de mayor trascendencia, sino que se limita a seguir instrucciones porque sí, no es teólogo al mismo nivel de alguien que realmente este tema le preocupa y no acude a Dios por ignorancia, sino para conocer sinceramente. No tienen nada que ver. Pero lo que no cabe duda es que el personaje que solamente se dedica a repetir palabras sin saber siquiera lo que significan, lo hace por algo, y a su manera, es teólogo. Y con esto tampoco estoy diciendo que toda persona que, sinceramente se acerque a estos temas tenga razón, para nada. Para alguien que haya seguido más o menos lo que escribo, tendrá claro que no soy muy políticamente correcto respecto a esto y no tengo ningún reparo al decir que la única religión auténtica es la que acepta la muerte de Cristo a nuestro favor, y que esa es la única manera de acercarnos a Dios. Pero esto no niega validez al hecho de que aún la persona que niega esto que pienso es teóloga.

Eres teólogo. Eres filósofo. Interpretas el mundo desde tu prisma. Sigues una religión (probablemente no una religión reglada, no una escrita en piedra y que va variando según vives diferentes experiencias en la vida, quizá una religión que se basa en afirmar que la religión es el cáncer de la humanidad, y que todo esto de los curas y sucedáneos es una mentira y un comecocos, pero una religión al fin y al cabo). Eso es un hecho.

miércoles, 25 de abril de 2012

Si hubiera estado allí




 
 
Si hubiera estado allí, entre la multitud
que tu muerte pidió, que te crucificó.
Lo tengo que admitir, hubiera yo también
clavado en esa cruz tus manos mi Jesús, 
si hubiera estado allí.

Pensándolo más bien, también yo estaba allí.
Yo fui el que te escupió, y tu costado hirió.
Pensándolo más bien,
yo fui el que coronó de espinas y dolor
tu frente, buen señor.
También yo estaba allí.

Si hubiera estado allí, al pie de aquella cruz,
oyéndote clamar al Padre en soledad.
Lo tengo que admitir, 
te hubiera yo también
dejado así morir, 
mirándote sufrir.
Si hubiera estado allí.

Pensándolo más bien, también yo estaba allí.
Yo fui el que te escupió, y tu costado hirió.
Pensándolo más bien, 
yo fui el que coronó de espinas y dolor
tu frente buen señor.

Pensándolo más bien, también yo estaba allí.
Yo fui el que te golpeo, y de ti se burló.
Pensándolo más bien, yo fui el que te azotó.
Yo fui quien lanceró tu espalda, mi señor.

También yo estaba allí.

También yo estaba allí. 



Jesús Adrián Romero. Si hubiera estado allí.

martes, 24 de abril de 2012

Pobres


El precioso BMW  se deslizaba por la maltrecha carretera rural que les devolvía del agradable fin de semana que habían pasado. El motor de gran cilindrada rugía y hacía girar las cabezas de todos los lugareños con los que se cruzaban, eran gente humilde, de esos que se ganan la vida con sus propias manos.

Miguel había reservado aquel fin de semana para pasarlo con su hijo, David. Tenía la firme intención de que aprendiera a valorar la suerte que tenía por haber nacido en esa familia, con aquella posición de privilegio, que supiera ver que no todo el mundo podía gastar tanto como ellos, que la gente normal sobrevivía con mucho menos. Había hecho ese viaje para que David viera lo pobres que eran aquellas gentes.

El fin de semana pasó. Habían estado en la casa de un familiar lejano con su familia. El pequeño se lo había pasado en grande, todo el día jugando con sus primos y construyendo mundos de fantasía de esos de los que solamente los niños son dueños. Miguel estaba seguro que después de aquella experiencia su pequeño se portaría mucho mejor al ver la suerte que tenía y lo desdichados que eran aquellos pueblerinos.

- ¿Qué te ha parecido el fin de semana, David?

- Me lo he pasado genial, papá. Muchas gracias por este fin de semana.

- Me alegro mucho de que te lo hayas pasado tan bien. – El padre sonrió a su hijo a través del espejo retrovisor. – ¿Has visto lo pobre que puede ser la gente?

- Sí, papá. Lo he visto.

- Y ¿qué has aprendido de este fin de semana?

- Pues he aprendido que nosotros tenemos un perro muy pequeñito, mientras que ellos tienen 4 perros enormes y preciosos. He aprendido que nosotros tenemos una piscina cuadrada y que ellos tienen un río tan grande que nunca se termina. – El gesto del padre comenzó a cambiar.- He aprendido que nosotros tenemos un jardín rodeado por un muro de ladrillos y ellos tienen un jardín que no tiene fin. He aprendido que nosotros tenemos lámparas en el techo porque no tenemos la suerte de tener un cielo lleno de estrellas como ellos. He aprendido que tenemos que viajar en este coche porque no podemos tener un caballo. He aprendido que tengo una habitación llena de juguetes porque no tengo un patio de juego que llega hasta el horizonte. He aprendido que no puedo jugar en la calle porque hay muchos coches y gente mala, mientras que ellos pueden jugar por todo el campo.

El padre ya estaba sin habla.

- Muchas gracias papá. Gracias por enseñarme lo pobres que somos.

jueves, 19 de abril de 2012

Españistán & Simiocracia


El año pasado, el dibujante Aleix Saló publicó un libro y su correspondiente vídeo-trailer llamado Españistán dando a conocer de una manera sencilla, clara y muy gráfica las razones que nos han llevado a esta crisis tan brutal que sufrimos en nuestro país.

Aquí os dejo el video-trailer para que lo disfrutéis.










ESPAÑISTÁN








Pues bien, una vez tenemos la crisis encima, cuando se supone que tendríamos que haber reaccionado para atajarla lo mejor y lo antes posible, es cuando más nos hemos dado cuenta por la clase de incompetentes que estamos gobernados. Este mismo mes, Aleix Saló ha sacado a la luz otro video-trailer llamado Simiocracia en el que nos sigue explicando, con su personal humor y de una manera tan gráfica como su anterior trabajo, la manera tan, digamos, rocambolesca con que nuestros dirigentes han hecho frente a las vacas flacas.

A continuación podéis ver el video-trailer.





SIMIOCRACIA





Y es que, como dice el principio de Hanlon y se molesta en recordarnos Aleix, "nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez."

miércoles, 18 de abril de 2012

Judíos mesiánicos


Los judíos mesiánicos, aquellos que aceptan a Jesús como el Mesías -el ungido de Dios- forman comunidades en muchos países, incluyendo Israel, y se reúnen en las llamadas ‘sinagogas mesiánicas’. 

Estados Unidos es uno de los países con comunidades mesiánicas más fuertes, de las cuales salen misioneros para otras partes del mundo. El rabino Yosef Harvey Koelner, de la sinagoga Beth Avinu, en Florida, explica que aunque su rito es muy parecido al tradicional, con lecturas y cánticos de la Biblia,  la diferencia fundamental es que "los ortodoxos todavía están esperando al Mesías y no creen que Y'shua -como se llama a Jesús en hebreo- es el Mesías". 

Añade que los ortodoxos "creen que adorar a Y'shua como el Mesías es idolatría, porque su doctrina dice que un hombre no puede ser igual a Dios".

El rabino hace referencia a que Jesús era judío y predicaba en las sinagogas, donde relataba sus parábolas y salía al paso de los desafíos que le presentaban los fariseos. La mayoría de los judíos de la época de Jesús no creyeron en él porque no vieron cumplirse las profecías tal como ellos las entendían: esperaban un rey que los liberara del yugo romano. Para ellos, Jesús es un personaje histórico, pero ni siquiera es un profeta, tal como lo reconocen los musulmanes.

 En el altar de la sinagoga está la Torá –en hebreo- y el Pentateuco, es decir, los cinco primeros libros de la Biblia, escritos por Moisés. El rabino Koelner explica que los judíos mesiánicos no se consideran cristianos, como el resto de denominaciones o grupos que siguen a Jesús, en el sentido de que siguen siendo judíos y han ‘completado’ su fe al creer en Jesús. "Al principio todos los creyentes eran judíos o gente que asistía a la sinagoga. El contexto del Nuevo Pacto -el Nuevo Testamento- es judío", dice Koelner. 

"Durante el primer siglo después de Cristo había mucho interés en el judaísmo en el mundo romano y muchos en las sinagogas estudiaban las escrituras hebreas", señala el rabino. Se sabe que Pablo fue quien predicó el Evangelio a los gentiles, es decir, los no judíos.

El rabino explica que pronto la creencia en Jesús empezó a acomodarse a las circunstancias. El emperador Constantino, convertido al cristianismo, cambió el día de fiesta semanal "porque en el mundo romano había muchos paganos que adoraban a su dios el domingo, día del sol". En esos tiempos, se impusieron reglas "para subyugar a los paganos" y convertirlos al cristianismo, afirma.

  Creer en Jesús no significa para los mesiánicos cambiar de religión ni abandonar su cultura. "Como judíos mesiánicos es nuestro deseo mantener nuestra cultura, costumbres y creencias , y celebrar el Shabbat -el sábado, el día sagrado-, porque Y'shua dijo que vino a los corderos de la casa de Israel", explica el rabino.

 En su opinión, lo que ocurrió cuando se institucionalizó el cristianismo en Roma -el actual catolicismo- es comparable con el sincretismo religioso que se dio en América Latina con la llegada de los europeos, con lo cual santos y vírgenes tienen su equivalente en creencias indígenas o cultos africanos. 

"Cuando yo era estudiante en México, había una iglesia católica sobre una colina, pero descubrieron que fue edificada sobre un templo azteca. Fue para subyugar a los indios, que continuaron adorando a su dios en el mismo lugar pero cambiando la forma de su templo. Casi en todos los países de Centro y Sudamérica hay una virgen, porque los dioses de los aztecas, mayas e incas los reemplazaban", relata.

El judaísmo mesiánico no es reconocido por el judaísmo tradicional. La relación entre ellos es "de odio", afirma con tristeza Koelner. Richard, uno de los feligreses de la sinagoga que él lidera en Florida, agrega: "No sólo no existe una relación, sino que hay mucha división: los ultraortodoxos no aceptan al resto de los judíos, que consideran ciudadanos de segunda clase". 

Koelner nació en Chicago y creció como judío ortodoxo. A los 19 años tuvo una experiencia espiritual que terminó haciéndolo creyente en Jesús y que años después lo llevó a formar parte del judaísmo mesiánico. Ha tenido la experiencia de vivir en Israel, país que considera su patria, pero uno de los problemas de los judíos mesiánicos es que en Israel no hay división entre Estado e Iglesia. "Según la ley rabínica soy judío, pero según la ley de inmigración no, porque cambié de religión y no tengo derecho a vivir en Israel automáticamente".

"Es difícil, porque mi corazón está allá, es mi tierra. En EE.UU. me siento como pez fuera del agua. Estoy esperando el permiso del Ministerio del Interior desde 2008. ¿Por qué? Porque creo en Y'shua. Me duele mucho", añade.

 Esta fe como tal surgió en el siglo XIX en Londres como un movimiento judío-cristiano y paralelamente en Hungría, mientras que en 1915 se organizó en EE.UU. y en 1925 a nivel internacional. Para la década de 1960 se renovó en este último país con el nombre de judaísmo mesiánico. 

La congregación en Florida, liderada por el rabino Koelne, está integrada por judíos ortodoxos que aceptaron a Jesús, israelíes, afroestadounidenses e hispanoamericanos, desencantados de la Iglesia católica, evangélicos y personas que están descubriendo sus raíces judaicas, que se remontan al descubrimiento de América.

"En América Latina hay un interés tremendo, porque mucha gente está descubriendo sus raíces judías", comenta, mostrando un libro con los apellidos españoles de origen sefardí, los judíos que fueron expulsados por los Reyes Católicos antes del primer viaje de Cristóbal Colón.

"Hay muchos libros sobre la historia de América Latina y se sabe que de judíos se mudaron al nuevo continente, al principio a Brasil y al norte de México y el Mar Caribe", concluye.
 

Fuentes: BBC Mundo
© Protestante Digital 2012

martes, 17 de abril de 2012

H6


¿Alguna vez soñasteis con escuchar una canción compuesta hace nada más y nada menos que tres milenios y medio?

Pues eso es exactamente lo que hoy os traigo. Hasta ahora, la única manera en que podíamos escuchar una canción proveniente del mundo antiguo consistía en seguir el ejemplo de Homer y Lisa y entrar de noche a un museo esperando que alguna antigua reliquia sea una caja de música que, mágicamente, se activase. Pero lo que hoy os enseño no tiene nada que ver con la imaginación de Matt Groening, sino más bien con algún compositor que hace ya varios miles de años fue enterrado y con una civilización que, durante más de tres milenios, estuvo enterrada en el olvido de la humanidad y recientemente se ha descubierto para traernos una impresionante luz acerca del Medio Oriente de su época.

Ugarit fue una ciudad situada en la actual Siria, al norte del Líbano, haciendo costa con el Mediterráneo. El testimonio escrito más antiguo que tenemos se remonta al 1800 a.C. y se encuentra en la cercana ciudad de Ebla. Sabemos que por aquel entonces pertenecían administrativamente a la gran potencia del momento, Egipto, bajo cuyo dominio continuó hasta el 1400 a.C., fecha de la que data esta melodía que ha sido rescatada de las fauces del tiempo y el olvido. El final de esta civilización constituye un misterio. (1)

Pero Ugarit no ha muerto del todo, pues desde 1928, se han descubierto un total de 5 bibliotecas completas de tablillas de barro con textos de todos los tipos posibles escritos en ugarítico (idioma semítico occidental muy cercano al hebreo bíblico, con escritura cuneiforme alfabética), aunque también había textos en acadio, en sumerio, hurrita, chipriota, luvita y egipcio, por estar en un sitio tan estratégico de cruce de caminos. Su contenido ha arrojado una inmensa cantidad de luz acerca de los pueblos cananeos y del Oriente Próximo de mediados del segundo milenio antes de Cristo, incluyendo relaciones políticas, batallas, religión o costumbras culturales de la época que hasta entonces nos eran desconocidas.

Sin ir más lejos, aunque aún pueden tener mucho que decirnos, pues el contenido de todas las tablillas de estas bibliotecas aún no ha sido completamente catalogado y traducido, al contar con escritos hebreos de la misma época como es la Toráh, y ser tan semejantes las dos lenguas, podemos encontrar significados de antiguas palabras perdidas en el tiempo al encontrar alguna semejante o incluso la misma en otros textos ugaríticos. Además, al ser dos pueblos tan cercanos en el espacio, podemos entender algunas costumbres o ceremonias mucho mejor a la luz de la otra cultura y los otros escritos que lo explican desde otra perspectiva. Sin ir más lejos, muchos de los cánticos del libro de los Salmos hebreos, los que tenemos en nuestra Biblia, podemos encontrarlos de formas sorprendentemente similares en algunos cánticos ceremoniales ugaríticos.

Pero lo que hoy nos ocupa, en una de esas bibliotecas, a comienzos de los años 50, se encontraron varias tablillas que contenían algo así como un himnario que data de la época en que los israelitas partieron de tierras de los egipcios bajo el mandato de Moisés. Entre muchas de estas tablillas ya demasiado desgastadas para ser interpretadas, se encontró la que se llamó “H6”, conservada sorprendentemente en perfectas condiciones. Esta tablilla era algo así como un “pentagrama” de la edad del bronce, en el que el escritor se había molestado en escribir la manera en que se tenía que tocar la lira para interpretar la canción. Así que, después de un trabajo de rescate de esta canción, los expertos en arqueología musical pudieron interpretar esta canción, dedicada a Nikkal, esposa del Dios Luna, que ya es la más antigua jamás conocida. El encargado de esta titánica tarea fue el profesor Richard Dumbrill, que escribió el libro "The Archeomusicology of the Ancient Near East" (La arqueolomusicología del Oriente Próximo)

Sin más, os dejo con esta canción. Puede parecernos extraña, pero imaginaos cómo le sonaría a Ramsés el nuevo éxito de David Guetta.

Un saludo. 


(1) José Hutter. Introducción a los Salmos. Apéndice VIII: Los descubrimientos de Ugarit.

lunes, 16 de abril de 2012

Bring me to life


 Hoy os dejo la traducción de otra gran canción. En este caso se trata de "Bring me to life" de Evanescence. La considero uno de los gritos de angustia pidiendo ayuda más profundos que escuchado en mi vida, y creo que hay mucho con lo que nos podemos identificar de este tema. Que lo disfrutéis.


 BRING ME TO LIFE - EVANESCENCE

¿Cómo puedes ver en mis ojos, como puertas abiertas?
Llevándome hasta mi núcleo donde me me vuelto tan insensible.
Sin un alma, mi espíritu está durmiendo en algún lugar frío,
hasta que me encuentres y me conduzcas de vuelta a casa.

(Despiértame)
Despierta mi interior.
(No puedo despertar)
Despierta mi interior.
(Sálvame)
Di mi nombre y sálvame de la oscuridad.
(Despiértame)
Ordena a mi sangre que corra.
(No puedo despertar)
Antes que me deshaga.
(Sálvame)
Sálvame de la nada en que me he convertido.

Ahora que ya sé lo que no soy,
No puedes simplemente dejarme.
Respira en mí y hazme real.
Llévame a la vida.

(Despiértame)
Despierta mi interior.
(No puedo despertar)
Despierta mi interior.
(Sálvame)
Di mi nombre y sálvame de la oscuridad.
(Despiértame)
Ordena a mi sangre que corra.
(No puedo despertar)
Antes que me deshaga.
(Sálvame)
Sálvame de la nada en que me he convertido.

Llévame a la vida
(He estado viviendo una mentira, no hay nada dentro)
Llévame a la vida

Congelado por dentro, sin tu roce,
Sin tu amor, cariño.
Solo Tú eres la vida entre los muertos.

Todo este tiempo, no pude creer lo que no podia ver.
Atrapado en la oscuridad, pero Tú estabas delante de mí.
Parece que haya estado durmiendo mil años,
tengo que abrir los ojos a todo.
Sin un pensamiento, sin voz, sin alma.
No me dejes morir aquí.
Tiene que haber algo más.
Llévame a la vida

(Despiértame)
Despierta mi interior.
(No puedo despertar)
Despierta mi interior.
(Sálvame)
Di mi nombre y sálvame de la oscuridad.
(Despiértame)
Ordena a mi sangre que corra.
(No puedo despertar)
Antes que me deshaga.
(Sálvame)
Sálvame de la nada en que me he convertido.

Llévame a la vida
(He estado viviendo una mentira, no hay nada dentro)
Llévame a la vida

jueves, 12 de abril de 2012

Schaeffer, el profeta de la decadencia occidental


Se ha cumplido el centenario del nacimiento de Francis Schaeffer, filósofo de la cultura del siglo XX. La noticia ha pasado desapercibida en los medios. 

Comió con presidentes como Ronald Reagan, Gerald Ford o George Bush padre; escribió docenas de libros que se publicaron por millones de ejemplares, e incluso produjo e interpretó una serie de televisión que se enfrentaba con la pregunta de «¿Cómo deberíamos vivir?».

Sin embargo, por encima de todo ello, consiguió explicar de manera extraordinariamente sencilla y, a la vez, escalofriantemente profunda la cultura de nuestro tiempo y su decadencia.

 Francis Schaeffer recibió una educación teológica y filosófica, pero era también un magnífico conocedor del arte y la cultura occidentales. Su primer ensayo de éxito, «Huyendo de la razón», constituía un análisis extraordinariamente bien articulado de la manera en que la cultura occidental se había ido desplomando  desde un Santo Tomás que concedió a la razón un papel mucho mayor del que le correspondía hasta unas formas artísticas que, a finales del siglo XX, habían renunciado a la armonía musical o pictórica.

De manera extraordinaria, Schaeffer podía lo mismo reflexionar sobre el libro bíblico del Génesis, «Génesis en el tiempo y en el espacio», o la experiencia profética de Jeremías, «Muerte en la ciudad»; que sobre los últimos avances científicos, «Regreso a la libertad y a la dignidad», como el descubrimiento del ADN o las tesis de la psicología conductista.

En ese sentido, siguen resultando antológicas sus líneas sobre la canción «Eleanor Rigby» de los Beatles como canto a la soledad del ser humano en la sociedad de la segunda mitad del siglo XX o su análisis de las películas de Antonioni.

 Aunque su presencia era habitual en campus de Europa Occidental y de los Estados Unidos, en los años sesenta Francis Schaeffer decidió retirarse a Suiza donde estableció un centro de reflexión filosófica que recibió el nombre de L’Abri.  

Solía discutir en este enclave con grupos de estudiantes que acudían a verlo y, precisamente, en una de esas conversaciones pronunció  uno de los principios éticos que dieron sentido a su vida: «Yo no puedo sacrificar la verdad a la popularidad». 

Durante esa misma década, se convirtió en un referente ineludible de la acción política que llevó a Ronald Reagan a la Casa Blanca.

 Schaeffer recuperó el pensamiento político de la Reforma del siglo XVI insistiendo en cuestiones como la libertad del individuo frente al intervencionismo del Estado, la escrupulosa separación de poderes, la lucha contra la manipulación de los medios de comunicación o la recuperación de una investigación científica .

Una de sus últimas obras, «A Christian Manifesto», fue considerada el manifiesto cristiano por excelencia en Estados Unidos y una clave para comprender la evolución política de la nación.

Autor de best sellers –en España algunas de sus obras serían publicadas por EEE–, sus libros aún son analizados en las universidades británicas y norteamericanas.

 Con certeza, si hoy se le hubiera preguntado por las razones de la crisis de la Unión Europea, Schaeffer habría señalado a las naciones denominadas PIGS y habría dicho: «No tuvieron Reforma en el siglo XVI».  

Autor: César Vidal Manzanares.
Fuentes: La Razón
©Protestante Digital 2012

miércoles, 11 de abril de 2012

Aquella semana V: La tumba vacía


Derrotados, atemorizados, afligidos, aturdidos. Su fe se había descompuesto, su esperanza había sido asesinada brutalmente, su vida había perdido completamente el sentido. Habían dejado sus trabajos para seguir a un maestro, habían dedicado todas sus vidas y sus esfuerzos a perseguir algo nuevo, algo diferente, algo que parecía lo más auténtico que habían visto en sus vidas.

El Mesías, nada menos. Hasta habían llegado a creer que era el mismo Dios hecho hombre el que había compartido el tiempo, el pan y la sabiduría con ellos. Las tormentas le habían obedecido, lo habían visto con sus propios ojos. Con la merienda de un chico, había dado de comer a miles de personas, y había sobrado aún más de lo que había en un principio. Este Jesús, había llegado a resucitar a su amigo Lázaro, había sanado a leprosos, a ciegos, a cojos. Ellos pensaban que siguiendo a este Mesías iban a encontrar la liberación, iban a triunfar, iban a destruir a los romanos que les oprimían, iban a ver descender fuego del cielo para eliminar a sus enemigos. Ellos pensaban que el trono de David iba a ser restituido y que el Hijo del Hombre reinaría desde Jerusalén. Ellos soñaban con sentarse a la mesa del rey, con ser los más cercanos a Dios. Incluso en su nombre habían sanado a enfermos, habían expulsado demonios, habían hecho milagros.

Pero todo se había acabado. Todo era mentira. La grandeza había caído al infierno con tanta rapidez que ni siquiera habían podido reaccionar. Cuando su maestro fue prendido, cuando vieron que le golpeaban, que era entregado a las autoridades. Cuando se encontraron en la encrucijada, huyeron. No podían hacer otra cosa. Si a él le habían matado, ellos serían los siguientes en caer.

Todas sus esperanzas estaban ahora en una tumba, listos para la sepultura. Había acabado. Era hora de bajar la cabeza, aceptar la verdad, volver a tomar la barca, tratar de no pensar y volver al mar a pescar para sobrevivir procurando no mencionar el tema si querían conservar la cabeza sobre sus hombros.

Pasado el sabbat, las mujeres fueron a preparar adecuadamente el cuerpo de Jesús muy de mañana. Había sido puesto en la tumba apresuradamente porque se acercaba el sábado, el día en que debían reposar, y estaba totalmente prohibido preparar el cadáver durante este día, así que traían todo lo necesario para que el cuerpo recibiera la mejor de las sepulturas. Pero según se acercaban, vieron que algo no andaba del todo bien. La enorme piedra que tapaba la puerta de la cueva que servía de tumba, había sido movida hacia un lado. Alguien había robado el cuerpo. Aunque pensaron que no podía ser así, la verdad es que aún la cosa podía ir más a peor. Cuando llegaron, corriendo, se confirmaron sus peores miedos. El cuerpo no estaba allí. Alguien había profanado el cuerpo del maestro. No era posible.

Entonces, un ruido a sus espaldas les hizo girarse. En cuanto lo vieron, cayeron al suelo de la impresión. Dos varones con ropas resplandecientes, rodeados de luz y de gloria, estaban allí donde, instantes antes, no había nada. No tuvieron la menor duda, eran ángeles. María, la madre del ajusticiado, ya había tenido una experiencia similar cuando Gabriel le anunció su concepción virginal. - ¿Qué hacéis aquí? – La potente voz que, aparentemente, aunque no vieron a ninguno de los varones mover los labios, salió de un ángel, las atemorizó aún más.

- Veníamos a rendir homenaje y a preparar para la sepultura a Jesús, el hijo de José.

- ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? – Las mujeres se miraron incrédulas, no era posible. – No está aquí, ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo cuando estaba en Galilea, que es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de pecadores, y que sea crucificado, y que resucite al tercer día.

Entonces todo cobró sentido. Fue en ese momento cuando la esperanza resucitó como lo había hecho Jesús, y con ella la fe, el futuro que soñaban. El Mesías, el Ungido, aquel que se entregó y fue entregado para pagar el castigo eterno que merecían, aquel en quien habían depositado toda su confianza y todas sus esperanzas, había cumplido exactamente lo que ya les había anunciado que haría, aunque no se hubieran dado cuenta hasta ese momento. Jesús aún vivió un tiempo con sus amigos, continuó enseñándoles para lo que vendría, preparándoles, alentándoles.

La cruz es el símbolo del Santo pagando por los malvados, el símbolo de la justicia satisfecha, de la misericordia derramada. Pero ciertamente no tendría ningún sentido sin la tumba vacía. La tumba vacía es el símbolo de la victoria sobre la muerte, es el sello Real puesto sobre la cruz. Es eso que nos dice que, sin ninguna duda, aquel sacrificio fue aceptado. Que Dios mismo dijo Está pagado. Es la prueba de que Jesús dijo la verdad, de que ese sacrificio es a tu favor.

La tumba estuvo vacía ese domingo. La esperanza renovada cambió las vidas de aquellos hombres atemorizados y escondidos, de esos que estaban dispuestos a callar y olvidar; y les convirtió en esos otros que hablaron valientemente, que llegaron al fin del mundo proclamando al Jesús resucitado, les convirtió en los valientes que cambiaron el mundo, que inundaron la Tierra con el amor del que estuvo dispuesto a morir en Getsemaní, les convirtió en los héroes que desafiaron al peligro, a las críticas, incluso a la muerte. Entre los cobardes que huían del peligro y los valientes que morían por amar a los demás hubo un acto crucial, uno que cambiaría el mundo para siempre. Una tumba vacía.

Y lo mejor de todo es que esa tumba sigue aún hoy en día vacía.

martes, 10 de abril de 2012

Arregla el mundo


Un gran psicólogo estaba trabajando en su despacho. Andaba enfrascado en un proyecto literario de autoayuda. Arregla el mundo se llamaba la obra que, con tanto esfuerzo y brillantez, escribía. Su intención era la de hacerse rico generando un best seller que, a la vez, pudiera ser un referente que salvara la cultura occidental de la decadencia y la oscuridad total.

Tenía miles de ideas de consejos que dar a sus lectores para que mejorasen el mundo, para que ayudasen a crear una sociedad mejor, para que se hicieran políticas que salvasen las selvas, que ayudasen a los necesitados, que destruyeran las injusticias, que arreglasen todo un poco.

Y entonces entró por la puerta de su despacho su hijo pequeño, de 6 años. Entraba cantando una canción que había aprendido en la televisión. Se puso a corretear delante de él y a gritar el tema de los dibujos animados que acababa de ver. Su padre se puso nervioso, no podía concentrarse en su noble tarea con la criatura haciéndole la vida imposible. Por un momento intentó hacer oídos sordos, no lo consiguió, cada vez se ponía más nervioso. Llamó a su mujer, nadie contestó, recordó que se había ido a casa de su madre a pasar la tarde. Estaba solo con el niño. Se levantó. Algo tenía que hacer para que el pequeñajo no le fastidiase la tarea que tenía programada para ese día. El mundo no se salvaría solo.

Entonces vio una revista. La tomó y la abrió. Se puso a buscar algún pasatiempo o algo que pudiera darle al niño para que se entretuviera. Encontró un mapa físico del mundo. Agarró unas tijeras y se propuso cortar, país por país, ese mapa, con las tijeras. Depositó en su mano todos los pedacitos y se los dio a su hijo junto con un rollo de celofán. Le dio instrucciones específicas para que no volviera hasta que no hubiera resuelto el rompecabezas, y le dijo que no podía mirar otro mapa.

El crío salió correteando del despacho. A buen seguro en toda la tarde no terminaría la tarea, el pequeño desconocía cómo era el mundo, era muy pequeño. Incluso era una tarea muy difícil para un adulto que supiera cómo era el mundo. Colocar cada país en su lugar es muy complicado.

En apenas una hora, el pequeño volvió a abrir la puerta. Cantando y saltando entró a la habitación. El psicólogo, con cara de desesperación, miró a su vástago. Le sorprendió ver que tenía el mapa reconstruido con pedazos de celofán. Parecía que estaba bastante bien hecho. El niño, sonriente, se lo pasó. Lo tomó en sus manos. Estaba perfecto, cada país en su lugar, cada mar en su lugar. Sencillamente perfecto.

- ¿Cómo lo has conseguido, hijo mío? – El padre no podía cerrar la boca de admiración.

- No ha sido complicado, papá. En el otro lado de la hoja estaba la foto de un hombre. Lo único que tuve que hacer fue arreglar al hombre, y el mundo se arregló solo.

El libro del padre fue todo un éxito.

lunes, 9 de abril de 2012

Aquella semana IV: Muerto

Fue recibido con golpes. Cuando los guardias, guiados por su amigo, fueron a prenderle al huerto, le propinaron la primera paliza. Le ataron para que no se moviera, lo empujaron, lo patearon, le dieron puñetazos, golpes con el mango de la espada.

El ingente ejército de ángeles, dispuesto, que contemplaba aquello, no lo entendía, no daba crédito. Tenían prohibido intervenir, absolutamente prohibido, y venían a los soldados, azuzados por sombras, resarcirse contra Jesús, contra el Mesías, contra Dios hecho hombre, contra el Hijo. Ese día descubrieron lo que es la impotencia, lo que son las lágrimas mojando las mejillas.

El sufrimiento físico no fue sino en aumento durante ese funesto viernes. Ya con la cara desfigurada, el cuerpo lleno de moratones, el labio y la nariz rotos, fue sentenciado a sufrir la fustigación. 39 azotes con látigo. Pero no era un látigo normal, no. Era un látigo especial de tortura. Estaba hecho de tiras de cuero con bolas de metal entretejidas, que dieran mayor fuerza al golpe y provocaran contusiones, y en la punta tenían pedazos de hueso que se clavaban en la piel y la cortaban y la arrancaban. Tal era la crudeza de esta tortura que era normal que se le viera la espina dorsal, o incluso los órganos internos. Esto le hizo perder tanta sangre que le hizo entrar en un shock hipovulémico generado por la pérdida masiva de sangre y el dolor, en el que el corazón se acelera y bombea más rápido para tratar de contrarrestar la falta de sangre. Esto genera un fallo renal, para evitar la pérdida de líquido por la orina, una sensación de sed atroz y muchas veces el colapso y el desmayo.

Y fue en estas condiciones en las que tuvo que cargar con su propia cruz en el largo camino hasta el Calvario. Ahora, los golpes de la madrugada, el labio roto, no dolían en absoluto. Arriba, le esperaba la mayor tortura romana, la cruz. La muerte reservada a los peores criminales. Atravesarían sus muñecas y sus pies con clavos, triturando sus tendones y nervios. Apenas podía sostener su peso en la cruz, colgado. 

Pero al igual que los sufrimientos de la madrugada, los moratones, la nariz rota, no dolían al lado de los brutales latigazos, el dolor físico que sufrió no fue nada en comparación al dolor psicológico por el que pasó.

Ya en Getsemaní, sufrió hematidrosis, es decir, que el alto grado de sufrimiento psicológico hizo que se rompieran sus glándulas sudoríparas y literalmente sudó sangre.

Su propio amigo le entregó a esta muerte tan espantosa. Su madre tuvo que sufrir el ver a su hijo pasar por este trance, y él ser consciente; sus amigos más cercanos le abandonaron como a un perro en cuanto fue prendido. Las mismas multitudes que le aclamaban días antes, y le pedían que les salvara, ahora exigían su crucifixión, sin ser conscientes de la asombrosa consecuencia de esas dos reacciones. Fue acusado injustamente, con testigos falsos, con mentiras. Fue odiado sin motivo, fue sentenciado a la peor muerte posible por el fanatismo y la clara ceguera de sus conciudadanos.

Perdónalos, Padre. No saben lo que hacen.

Pero estos dos sufrimientos, el físico y el psicológico, no son absolutamente nada comparado con el gran sufrimiento que tuvo que experimentar Jesús, el sufrimiento espiritual, ese que no se puede recoger en pinturas ni en imágenes. El resto del sufrimiento, por sobrecogedor que nos parezca, no fue sino una pequeña picadura de un mosquito, comparada con la auténtica agonía de Cristo.

Desde siempre, el Hijo fue Dios, y como tal, fue Santo, Perfecto, Puro, Poderoso, Omnipotente. El nacimiento en Belén supuso un enorme sacrificio para Jesús. Se enfundó en un cuerpo mortal, pequeño, desvalido, de un niño. Dios se había acercado al hombre. Pero aún conservaba su santidad, su pureza, su poder y la relación con su Padre, con el que trataba siempre que podía.

Jesús se hizo culpable del pecado de toda la humanidad. Se hizo culpable de mi pecado, para que yo no tuviera que hacerlo. El Santo se hizo inmundicia, el Puro se hizo excremento. Absolutamente toda mala idea, todo asesinato, toda codicia, toda guerra, toda violación, todo el mal del mundo fue echado encima de Jesús, y él fue sentenciado y condenado como culpable. El Padre no puede tener comunión con lo impuro, así que su propio Padre celestial le dio la espalda en este momento tan crítico.

Pagó el precio más alto que se puede pagar, entregó su vida con todas las consecuencias. Sufrió la separación de Aquel con quien había estado unido para siempre para hacerlo.

En tus manos encomiendo mi espíritu.

Y fue entonces, con los ejércitos celestiales bajando la cabeza, absolutamente absortos, y las huestes demoníacas gritando victoria por la muerte del Gran Dios, cuando se hizo la oscuridad. Las tinieblas lo inundaron todo. Un gran terremoto removió los cimientos de la tierra. Jesús había muerto, y hasta el sol y la tierra se habían enterado.

El velo del Templo se rasgó en dos, mientras el centurión romano, al pie de la cruz, decía: verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. La separación entre Dios y los hombres se había resquebrajado. Al fin se abría de nuevo el acceso al Padre, el acceso a la vida.

Pocos se dieron cuenta entonces. Jesús fue sepultado. Sus discípulos se dispersaron, se escondieron. Estaban asustados, aturdidos. Su maestro, el que durante tanto tiempo pensaron que les iba a liberar,  había sido asesinado de la manera más brutal.

Y llegó la noche. El cadáver, aún caliente, reposaba en su tumba. La guerra parecía perdida. La esperanza se había esfumado.

Jesús estaba muerto.

domingo, 8 de abril de 2012

Eterno



Ahí os dejo el vídeo y la letra de la canción Eterno de Praxiz. Que lo disfrutéis.


ETERNO- PRAXIZ

Sigo el hilo de la historia y solo te veo de prota,
y protado en argumento extraño, lo que llaman potra.
Y trotas con, contra-tormenta por verme y convencerme.
Habitar otro viaje con Verne al fondo del océano donde me hundo
donde oro.
Llegas en el último segundo como el gol de oro.
Sabes de mí, y aún así no esquivas la mirada
de mis palabras imprecisas sobre la Triada.
Tengo entrada libre, aunque la cuerda se tense
porque dejaste sin trabajo al forense.
Por contenerte cuento el tiempo antes y después de tu nombre.
Cosas del hombre, guardar lo valioso en un cofre.
Siempre me aceptas, me captas, me atrapas.
Pones el mapa, y los puentes que no pudo Calatrava.
Perdón por el desliz y la comparación,
si la cicatriz de mi muñeca me recuerda tu pasión.

Eres Eterno.

-I walk through the valley of the shadow of death is...-
(Ando a tráves del valle de la sombra de muerte es...)
-Dark, being dark with trust-
(Oscuridad, siendo oscuridad con confianza)

Eres Eterno

-I only have, I only have One Friend-
(Solo tengo, solo tengo Un Amigo)
-We feel like in Forever.-
(Nos sentimos como en la Eternidad)

Desde niño tuve la super boca como Cliver.
Conociendo tus caminos como Google Street Viewer.
Anduve en mi nube, tuve la “V” en mi mano.
Sube en mi aeroplano, sí.
Más cercano que un hermano, inmune al error humano.
Ya no hay temor, no. No hay en mi entorno más.
Llevan tu tortura de adorno, no.
Saben que me amas y perdonas.
No adornas la cruz, más famosa que la “M” de McDonald's.
Miro atrás en el desierto y veo allí mis pasos,
lo cierto es que son tuyos, pues me llevabas en tus brazos.
Lazos de amistad merece Aquel Superstar.
Sin un pastor que se preocupa por mi bienestar.
Se renueva tu apego a prueba de fuego.
Amigo invisible que no me toma a juego.
Mi ego se hace vulnerable.
Solo riego este jardín incontrolable.
Un jardín trepado por un cable,
no quieres que hable, solo pensamientos en voz alta.
Te ofrezco un altar de gratitud,
no por saldar mi falta.
¿Qué se deduce del más dócil de los doce?
Que el rezo no hace el roce,
no riza el que no te conoce.
Nací con la necesidad narcisa de mis flows,
Maté a mis ídolos como Axl Rose.
Y ahora ya no voy sin ver nada,
gobierna mi caverna tu linterna.
Esta amistad no es para siempre, es ETERNA.


Eres Eterno.

-I walk through the valley of the shadow of death is...-
(Ando a tráves del valle de la sombra de muerte es...)
-Dark, being dark with trust-
(Oscuridad, siendo oscuridad con confianza)

Eres Eterno

-I only have, I only have One Friend-
(Solo tengo, solo tengo Un Amigo)
-We feel like in Forever.-
(Nos sentimos como en la Eternidad)

¿Qué quedará cuando se apague el escenario?
¿Qué sistemas?
Solo Tú y tus poemas milenarios.
La lectura que libera,
por eso digo que cuando no trabajo o es festivo, libro. No, no.
¡Qué va!, no eres mera leyenda, te siento vivo.
O eso o soy el niño del sexto sentido.
Te cuento errores, afanes, temores.
Tú me cuentas planes, canciones
que no merezco saber, y lo sabes bien.
Me buscaste entre los hombres, escogido entre mil.
Me agregaste por mi nombre sin mirar mi perfil.
Me etiquetaste y vi mis frutos en tus fotos del futuro.
Ahora solo soy un feto sin maduro.
Cuelgas un mensaje en metáfora y mi muro se derrumba.
Me llenas y me siento vacío, como tu tumba.
Compartimos aficiones, humor, amor y fe,
a la vista de amistades que sé que, tal vez, perderé.


Eres Eterno.

-I walk through the valley of the shadow of death is...-
(Ando a tráves del valle de la sombra de muerte es...)
-Dark, being dark with trust-
(Oscuridad, siendo oscuridad con confianza)

Eres Eterno

-I only have, I only have One Friend-
(Solo tengo, solo tengo Un Amigo)
-We feel like in Forever.-
(Nos sentimos como en la Eternidad)

-Forever, forever, forever.
(Para siempre, para siempre, para siempre)

jueves, 5 de abril de 2012

Aquella semana III: Y los ángeles guardaron silencio


Las piezas estaban preparadas, la gran partida cósmica llegaba a su punto álgido. Millones de ángeles observaban curiosos, mientras aguardaban órdenes de algún tipo. Ellos habían sido testigos de toda la vida del Hijo en la Tierra, de la manera en que habían transcurrido los tres decenios que ya llevaba Dios mismo encarnado en forma de hombre. Habían recapacitado sobre cada palabra, sobre cada gesto, sobre cada milagro. Estaban anonadados, cada día era una lección nueva, y a cada lección se maravillaban más sobre los planes y la naturaleza de este Dios que pensaban que conocían y al que habían servido durante miles de años. Y ahora parecía que todo estaba a punto de cambiar, algo importante iba a ocurrir, y no querían perdérselo por nada del mundo. Millones observaban, preparados, boquiabiertos.

Ya había pasado la cena de aquella pascua. Aquella en que Jesús hizo tan extrañas sentencias que aún sus discípulos no entendían, aunque poco les faltaba para que fueran abiertos sus ojos. ...comed este pan que representa mi cuerpo partido por vosotros...bebed este vino que representa mi sangre derramada por vuestro bien... haced todo esto para recordarme, en mi memoria.

Millones de demonios aguantaban la respiración también. Para ellos esta iba a ser su oportunidad. Dios mismo se había encarnado al fin. Tras tantos intentos de impedirlo a lo largo de la historia, su Enemigo había llegado al fin al corazón de su creación. En eso habían fallado, no habían podido impedir que naciera, que creciera, que trasmitiera algunas de sus enseñanzas. Pero hasta aquí habían llegado. Uno de sus amigos, uno en quien confiaba, se había dejado seducir por las sombras, y le había entregado. Ya solo era cuestión de tiempo, el Hijo iba a ser asesinado, el Creador iba a perder la gran batalla, para siempre. Millones de bocas infernales se relamían de placer, ya casi podían saborearlo.

Y allí estaba. Arrodillado. El que había alimentado a las multitudes, sanado a los leprosos y resucitado a los muertos acudía ante su Padre como un niño pequeño. El Gran Señor sabía lo que venía, sabía que tenía que hacerlo, sabía que debía ser entregado. Hablaba con su Padre, le rogaba que, si fuera posible, le librase de ese trance. Se sometía Su voluntad. Sudaba sangre. Sabía que quienes le iban a prender se acercaban, y que el momento de cumplir aquello para lo que vino al mundo estaba próximo.

Sus amigos dormían. Él les había pedido que velasen esa noche con él, pero ellos no lo entendían, pronto lo harían, pronto todo tomaría sentido. Jesús podía escuchar los gritos demoníacos cantando victoria. Los ángeles estaban todos listos, preguntándose por qué no recibían orden alguna de formar, de proteger al Hijo, de hacer su trabajo. Miles de legiones celestiales preparadas para la batalla, dispuestas a entablar combate en la gran lucha que decidiría el destino de todo. Pero no llegaba orden alguna, esa noche no podían hacer absolutamente nada sin permiso del Padre. Todo parecía demasiado extraño.

Y entonces, ya cuando sus captores, guiados por Judas, ya habían salido de Jerusalén y se acercaban a él, Jesús hizo una oración. Una súplica que salió desde lo más profundo de su corazón. La última petición de Jesús antes de ser sacrificado.

Pido por aquellos que creerán en mí por la palabra de estos.”

Pudo haber pedido por no sufrir, o por ser librado de aquel trance tan doloroso. Pudo haber pedido por la paz mundial o por la crisis. Pero no lo hizo. Pidió por mí. Pidió por ti. Pidió por aquellos que creeríamos en él por las palabras de esos que contarían lo que allí estaba ocurriendo. Desde lo profundo de su corazón suplicó que llegase a existir, que aceptase lo que estaba a punto de hacer a mi favor, que viviese una vida digna de lo que iba a suceder, que contase con el favor del Padre.

Él te vio a ti. En el huerto de Getsemaní te vio a ti. Y no quería que estuvieras solo. Él sabe lo que es que los demás conspiren contra uno, que le abandonen sus amigos, sabe lo que es afrontar lo peor, y hacerlo solo. Él quería librarse de eso, sabe lo que es estar separado entre dos deseos, lo que debo hacer y lo que quiero hacer. Pero, quizá por encima de eso, sabe lo que es rogarle a Dios que cambie de idea, y escucharle responder dulcemente pero con firmeza: “No”.

Porque eso es lo que el Padre responde a Jesús, y él acepta la respuesta. En algún momento durante esa noche, un ángel se acerca a Jesús a confortarle, a darle ánimos, a renovar las fuerzas de ese cuerpo abatido. Y cuando se incorpora, la angustia ya no le daña más, su puño no se crispa, su corazón deja de luchar.

En ese momento, en el que las fichas están todas dispuestas, en que ya sus captores le ven en medio de la noche y se aproximan a él, cuando tanto los ángeles como los demonios guardan la respiración, la batalla está ganada. Puede parecer que la batalla se ganó en el Gólgota, pero no. La batalla final se ganó en Getsemaní, y el símbolo de la victoria es un Jesús de pie, en paz, aceptando su destino y viendo con fuerza en sus ojos acercarse las huestes que le van a prender de manos de su amigo.

Porque fue en ese huerto donde él tomó la gran decisión. Prefirió ir al infierno por ti, que ir al cielo sin ti.


Idea extraída de “Y los ángeles guardaron silencio” de Max Lucado.

miércoles, 4 de abril de 2012

El peluquero


Un día, estaba un chico en el peluquero. Era un día lluvioso y gris, de esos que no te apetece salir de casa. El chico estaba sentado, aún faltaban dos clientes antes que le tocara el turno y entre esos hombres y el peluquero la conversación estaba llevando unos derroteros que no le gustaban nada al chico.

Entre los dos que le precedían, el peluquero y el hombre al que estaba cortando el pelo estaban hablando acerca de lo mal que iba el mundo, de los políticos corruptos, de las guerras en las que combaten niños, los pequeños que mueren por la avaricia de unos pocos, de lo mal que está todo por todas partes. A lo que salió el tema de ¿cómo puede ser que Dios permita todo esto?, que inmediatamente llevó al Dios no existe, porque si Dios existiera, no permitiría que esto sucediera.

Y ahí siguieron los contertulios mientras iban saliendo unos clientes y entrando otros. Se acordaron de la Iglesia, de los atentados del 11M y del 11S, de Franco, del los locos que entran armados en institutos de Estados Unidos y masacran a quien pillan, incluso mentaron al asesino de la escuela judía en Toulouse.

El chico permaneció callado durante todo este tiempo. No sabía qué decir. Él era cristiano, por eso precisamente no dijo nada. No se atrevía, no encontraba la manera de defender lo que creía ante esos señores. No tenía ni idea de qué le dirían si se enterasen que él creía en ese mismo dios que ellos estaban vapuleando.

Así que no dijo nada. No participó, solamente asintió levemente con la cabeza cuando decían lo mal que estaba esta barbaridad y la otra atrocidad, sin más. Se sentía mal, como si estuviera traicionando a alguien. ¿Por qué no sabía qué decir?, ¿es que tenían razón?. ¿Qué pensarían esos hombre si les dice que no tienen razón?, ¿qué le dirán?

Así que con las mismas, cuando terminó de cortarle el pelo el barbero, se levantó, con toda la educación del mundo le dio las gracias, le pagó, se despidió, abrió la puerta y se fue.

La calle estaba mojada. Parecía que había dejado de llover por un momento, al menos le respetaría la lluvia mientras iba a casa. Entonces miró a la izquierda, y allí vio a un joven. Tenía el pelo largo, suelto, un poco enmarañado por el viento, una larga barba rizada. La chaqueta de cuero que llevaba le hacía parecer aún más duro. Solo le faltaba la Harley aparcada al lado.

Anduvo un par de pasos. Y se paró. Se dio la vuelta. Volvió a mirar al joven de los pelos y las barbas. El chico le devolvió la mirada extrañado.

Se volvió a abrir la puerta, el peluquero y sus clientes se volvieron para ver quien era. Les extrañó ver al chico callado que había estado ahí hacía un momento. Pero no venía solo, venía con el otro joven, el de la chaqueta de cuero y las barbas.

- No existen los peluqueros. - Fue lo que dijo el chico ante la atónita mirada de los presentes. - No existen.

- ¿Qué estás diciendo, chico? - El peluquero estaba totalmente desconcertado. - Claro que existen los peluqueros, aquí estoy yo.

- No existen, eso está claro. Cuando he salido de su establecimiento, he visto a este hombre, y lo he tenido clarísimo.

- ¿Perdona?

- Si existieran los peluqueros, no habría un hombre como este. ¿Por qué tiene los pelos así de largos?, ¿por qué tiene esas barbas? Viendo a este hombre lo tengo muy claro. No existen los peluqueros.

- Claro que existimos los peluqueros. Solamente porque veas a este hombre con esos pelos no significa que no existamos. Lo que ocurre es que él no viene aquí, que no acude a los peluqueros. Vaya una tontería que digas que no existan los peluqueros solo porque no acuda...

Entonces el peluquero se cayó y bajó la cabeza. Se había dado cuenta de lo que pretendía decir el chico.


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