miércoles, 8 de febrero de 2012

Acuérdate


“Se acerca el invierno”. Este es el lema de la casa Stark, que a algunos os sonará por la serie de Juego de tronos o incluso de la serie de libros Canción de Hielo y Fuego en que está basada y que, por cierto, daba nombre a la entrada del pasado 12 de diciembre. En esta entrada hablaba de la cantidad de problemas que se nos echaban encima y que parece haber eclipsado nuestro optimismo y el color en nuestras vidas. Y es que parece que nos viene un invierno bastante serio.

Y la verdad es que parece que nos viene un temporal, o más bien estamos en él, que bien nos irá si conseguimos pasarlo, con mayor o menor fortuna. Estamos en el 2012, el famoso año en que “sabemos” que algo malo nos va a suceder, las tormentas solares nos van a fumigar, los meteoritos nos van a aplastar, la guerra estallará y nos llevará por delante o lo que fuera, pero parece ser que los antiguos mayas se lo estarán pasando en grande en sus vetustas tumbas, viendo como montamos castillos del polvo.

Como ya expresé el pasado 4 de enero, tengo un muy buen presentimiento para con este año, aunque parece que la cosa en general no mejora en absoluto, incluso el Madrid continúa sin ganar al Barça. Pero la sigo teniendo. Personalmente tengo “buenas vibraciones” para con este año.

Y la verdad es que por lo que llevo de 2012, mis predicciones se cumplen. Actualmente estoy esperando a que vengan en algún momento mal dadas y no todo sea tan maravilloso como me lo parece. Porque la verdad es que a todos los efectos (exceptuando el económico, como, creo, casi tod@s) no puedo estar más satisfecho. Me siento realizado, reconocido, amado, tengo muchas ganas de hacer muchas cosas y energías nuevas, pero sobre todo, me siento agradecido. Agradecido a todos los que hacéis posible cada día que pueda sentirme tan feliz de estar en mi piel. A mi familia, a mis amigos, a mis compañeros en el seminario, a todos mis compañeros de camino hacia casa, a esas personas tan especiales, no hace falta que os nombre, sabéis quienes sois.

Pero sobre todo quiero acordarme del mayor responsable de mi felicidad. Dice el libro de Eclesiastés, en la Biblia, Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,  y eso quiero hacer hoy. No solamente por ser mi Creador, no solamente por haberme diseñado, programado y dado vida. Sino por la manera en que lo ha hecho, el lugar en que lo ha hecho, con la compañía que me ha puesto alrededor, por haberme dado todo lo que me ha dado sin merecerlo, incluso muchas cosas sin necesitarlas siquiera, por haberme amado tan profundamente, por la manera en que puedo hablarle, y sé que me escucha, por la delicadeza con que me habla, por protegerme de tantas cosas que ni siquiera conozco. Pero sobre todo, quiero acordarme de mi Creador por no haber mirado mi maldad, por haberse entregado hasta el límite por mí mientras era su enemigo, por haber derramado hasta la última gota de sangre por mi bien, por haber pagado mi pena y tener acceso libre y directo a Él. Porque soy libre, soy feliz, soy amado, soy hijo de Dios. Y todo esto no es gracias a mí en ninguna manera. Por todo esto y por mucho más hoy quiero acordarme, agradecer y adorar profundamente a mi Dios. Y porque sé que aunque la situación cambie drásticamente, y al terminar este año y mirar atrás, pueda parecer que ha sido un año desastroso y que lo que ahora veo no era sino un espejismo momentáneo, podré afirmar lo que decía el profeta Habacuc:

Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil, con todo yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación.

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