martes, 31 de enero de 2012

El amortiguador


Según la Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre de 2011, la cifra de desempleados en España es de 4.978.300, con una tasa de desempleo del 21,52% (Fuente de la EPA Encuesta de Población Activa del INE). Desde 2009, España tiene la tasa de desempleo más alta del primer mundo. La tasa deparo juvenil en España es del 43,61%. El 27 de enero de 2012 se llegó al máximo histórico de paro. La Encuesta de Población Activa cierró el pasado año con una tasa de paro del 22,85%, 5.273.600 personas sin trabajo. Nunca en la historia ha habido tantas personas desempleadas en España. (Wikipedia)

Más de un cuarto de millón de familias, sobreviven sin ningún tipo de ingreso, lo que representa un 52,9% más que en la misma fecha del año pasado. (Eleconomista.es)

La pregunta es necesaria: ¿cómo es posible que, ante tal situación, no haya disturbios graves?

¿Cómo puede ser que sobreviva esa gente, todos esos miles o millones de personas que no tienen absolutamente nada que llevarse a la boca? La respuesta es muy simple, la podemos encontrar en la institución más antigua de la historia y que más atacada está siendo durante los últimos años. La familia.

Porque el hecho es que cuando la gente se vuelve más peligrosa, es cuando no tiene nada que perder. Y alguien que ve que la única manera de dar de comer a sus hijos pasa por delinquir, va a tener más estima por la vida de su progenie que por la contemplación de las leyes o el bienestar de los demás. La única razón por la que, en España, no tenemos a medio país en las calles asaltando tiendas y secuestrando millonarios es por tener un amortiguador tan valioso como el que tenemos, y no apreciamos, como tantas otras cosas, hasta que lo necesitamos de verdad.

Según Jesús Martínez de Rioja: “Es evidente que la familia actúa como amortiguador en tiempos de crisis. Su papel está probado y ayuda a sobreponerse a las dificultades”. Sin embargo, agrega, “esa relevancia no encuentra siempre reflejo en los medios de comunicación ni un apoyo proporcionado por parte de las instituciones y las grandes empresas”.

Sabemos que hay miles de familias que han tenido que volver a la casa de los abuelos, incluso muchas familias numerosas que sobreviven únicamente con la pensión de jubilación de los mayores del clan familiar. Sabemos también de muchos que, aunque tengan que vender el coche, dejar las llaves del piso a medio pagar en la entidad bancaria, aunque tengan que renunciar a todo lo que tuvieron y perdieron junto con su trabajo, siempre queda en casa de papá y mamá un último recurso. Y todo esto es gracias al arraigo que tiene en nuestra cultura la familia, aún en medio de todos los ataques que está sufriendo y que vivimos en el tiempo en que uno de cada dos matrimonios acaba en divorcio.

Hoy me gustaría defender el valor de la familia, ya no solamente como la última salida en una situación de desesperanza y el freno al caos total de nuestra sociedad en crisis, sino como la primera escuela, el entrenamiento para la vida, el lugar donde aprender lo que es la disciplina, la obediencia, el compañerismo, la importancia de compartir, de tenerse a uno mismo como parte de algo, y no como un individuo ajeno al mundo, el valor de la autoridad, de la responsabilidad, a sentirse valioso, protegido, protector, como ese lugar al que acudir en busca de ayuda para problemas, pero también para ayudar a otros, para compartir alegrías, para tener hombros sobre los que llorar y lo más importante, donde aprender a ciencia cierta, sin ningún tipo de reservas ni de excusas, lo que significa el amor.

1 comentario:

Fertxu dijo...

Estoy contigo Pozo, completamente, esta vez si ;)
UN ABRAZO!!

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