jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta de un ciego

Oscuridad. Esa es mi vida. Las letras de esta carta sólo puedo distinguirlas en mi mente, ya que no veo la pantalla de mi ordenador.

Nací hace 19 años en Roma, capital del arte y del obsequio a los sentidos. Y desde entonces todo el arte que he visto ha sido la voz de quienes me rodean.

Jamás he visto un amanecer, ni un pájaro de colores mientras entona su bello canto, ni siquiera el famoso Coliseo al lado del cual vivo, y lo que es peor, no he visto la mirada de mi madre.
A cada sensación que me produce mi entorno le falta un marco adecuado, ninguno le queda bien. Aunque pueda escuchar crecer la hierba, me duele no poder admirarla.

Y sé que jamás lo podré hacer.

En cambio, soy capaz de distinguir las formas de lo esencial de la vida. Nunca veré un amanecer, pero puedo admirar el calor del sol sobre mi piel. Cuando escucho el trinar de un pájaro, lo imagino más bello de lo que probablemente es. Soy capaz de ver el Coliseo como fue construído, pues no lo he conocido en ruinas, cada piedra que toco me habla de la historia de mis padres. Y aunque no pueda ver los ojos de mi madre, esos mismos, me llenan de fuerza para afrontar cada día.

Mis amigos me hablan de cómo es el mundo y de cómo son las chicas, y aunque agradezco que lo hagan, mi poderosa imaginación me deja ver su belleza real: esa que se filtra a través de su voz, que se deja ver en sus caricias. Puedo verla también en el sonido del agua, en su tacto, porque aunque nunca la vi, mis ojos verdaderos ya la conocen.

Muchas veces me despierto entre la noche mientras soñaba con que veía un atardecer, tantas veces he deseado poder ver los colores que adornan la naturaleza que, engañado, creía no haberlos visto. Pero debo dar gracias porque, aunque no puedo ver como vosotros veis, puedo entender perfectamente cómo funciona la vida. Puedo viajar sin ningún esfuerzo a cualquier parcela de mis recuerdos. Y gracias a mi ceguera física, mi alma no necesita gafas.

Si lees esta carta, prométeme algo; cuando veas un atardecer, o a un pájaro, o a aquellas personas que quieres, velas con el corazón, siente cómo late y por un momento, olvidate de lo que ves.




Ricardo García y Miguel Ángel Pozo

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Inocentes

Aquella barbaridad caló tan hondo que aún hoy en día, dos mil años después, todos los inviernos se recuerda. Para eliminar al que, según las profecías, iba a sentarse en su trono, Herodes mandó asesinar a todos los niños menores de 2 años de Belén y sus alrededores. Inocentes asesinados para conservar el trono.

Tenemos ejemplos de muchas barbaridades a lo largo y ancho de la historia. Somos perfectamente conscientes de que los hombres somos capaces, de hecho con mucho ingenio, de hacer salvajadas con un nivel de bestialidad que nos ponen los pelos de punta. Tenemos a la vuelta de la esquina el atroz exterminio de seis millones de judíos el siglo pasado; el asesinato sistemático de enemigos, ya fueran de un bando o de otro, durante la guerra civil; las brutales condenas que daba el Santo Oficio a aquellos que no comulgaban con ellos, o que eran acusados de ello; tenemos las crucifixiones romanas; los desollamientos que hacían los persas; las empalaciones, la costumbre de cortar la cabellera a sus enemigos de los indígenas americanos...

No nos faltan aberraciones de todos los colores y gustos, maneras en que el ser humano se ha superado a sí mismo en el dudosamente noble arte de la muerte. Y en muchas ocasiones haciendo todas estas barbaridades a inocentes, a gente que no tenía la culpa, que no tenía capacidad de defenderse, ni siquiera de quejarse.

Pero esta capacidad destructora del ser humano ha llegado a cotas inimaginables de perfección y brutalidad en los últimos años. Hemos llegado a un nivel de bestialidad y de inhumanidad que ya quisieran para sí Jack el Destripador, Hitler o el mismísimo Jerjes.

Asesinar a niños es algo que se lleva haciendo miles de años. Los dioses de la antigüedad están saciados con la sangre de inocentes, desparramada en los altares buscando un bien mayor. Lo sabemos y nos produce repugnancia, consternación la idea de que unos padres sacrifiquen a sus pequeños en los altares de sus dioses. Ni siquiera el aborto es una práctica que se haya inventado en el último siglo. No faltan las historias de descubrimientos de esqueletos de fetos en los subterráneos de los conventos, o de historias de rudimentarios abortos a lo largo de la historia por miedo a que el marido de turno se enterase de lo que no se tenía que enterar.

Pero lo que ocurre ahora no tiene parangón en ningún lugar ni momento, por bestial que este sea, de la historia. En 15 años, en Europa han sido segadas, de la manera más aséptica posible, 20 millones de vidas. Ahí es nada. Una población comparable a casi la mitad de la del país de España ha sido exterminada.

Hace poco tiempo estuve viendo la semejanza entre la manera de pensar de los Nazis y demás engendros y los defensores a ultranza actuales del aborto, curiosamente gente de un modo de pensar de izquierdas. Y la idea central de todo esto es que hay gente que merece la vida, y gente que no la merece. Los niños que tienen la suerte de ser engendrados en una familia bien, merecen vivir. Si un niño es engendrado por una pareja que no tiene recursos, no merece la vida, mejor eliminarlo. Si un niño, en el momento de la gestación, presenta síntomas de llegar a tener una deformidad, una minusvalía o una deficiencia, eliminadlo. No merece la vida. Los espartanos a nuestro lado eran unos aficionados. Aquel Herodes que todos tenemos como un brutal asesino de niños no es nadie a nuestro lado.

Sí, amigos. Dudo mucho que haya habido una barbaridad mayor que la que estamos presenciando en nuestro tiempo. Y no solamente por la frialdad de los asesinatos de humanos, sino también por la ingente cantidad de agravantes. Son asesinatos con el consentimiento de los padres, permitidos e incluso fomentados por las autoridades, subvencionados por el gobierno (al menos 40 millones de euros han ido de las arcas públicas a las clínicas abortivas el último año), alimentando un sucio y multimillonario negocio que ni siquiera es controlado por absolutamente nadie. Los asesinados son completamente inocentes, no tienen opción de quejarse, de hacer huelga de hambre para que el mundo los escuche, no pueden ser grabados por sus asesinos haciendo sus últimos alegatos, ni suplicar clemencia. Millones de vidas segadas en clínicas bajo el consentimiento y el fomento de los gobiernos, rodeados de los aplausos de una sociedad narcotizada.

Si esto es la libertad, que paren ahora mismo, que yo me bajo.

Y lo peor de todo esto, es que de lo que hablo no es ninguna inocentada.

martes, 27 de diciembre de 2011

Aquel invierno III: Los magos

En medio de la imponente cúpula celestial, cargada de miles y miles de estrellas, todas tan perfectas, tan inmutables, se encendió una nueva. Una que ni los más ancianos recordaban, una de la que jamás se había leído en los antiquísimos rollos que manejaban los más sabios. Una que, por su fulgor, su magnificencia, su posición y su gloria, solamente podía significar una cosa para aquellos magos que escudriñaban los cielos en busca del momento, de la verdad, de Dios.

Había llegado, había nacido. Sus vidas habían dedicado al estudio de las señales, a la búsqueda entre el saber antiguo, entre las revelaciones divinas, entre la propia naturaleza, que les llevaran a vislumbrar este momento, el momento en que Dios mismo bajaría a la tierra a poner paz, a reinar, a imponer justicia, a redimir a su pueblo, a bendecir al mundo. Y había llegado.

Prepararon el largo viaje que les separaba de su destino. Según sus estudios, la estrella les guiaba hacia Israel, el pueblo escogido por el Creador para manifestar su justicia, gloria y bendición al resto de la humanidad. Y hacia allí se dirigieron, equipados con regalos dignos del rey que había nacido. El camino sería largo, seguramente estaría cargado de peligros, pero la recompensa merecía la pena, por supuesto que la merecería.

Y ante ellos se alzaba Jerusalén, la Ciudad de David. El lugar en que estaba el Templo del Altísimo, los palacios de los príncipes, del rey de Israel. Allí estaba la gloria que debía haber rodeado el nacimiento de tan insigne bebé. Así que fueron al palacio de Herodes, si el niño no estaba allí, él sabría dónde encontrarle. Pero, al parecer, se equivocaron.

El rey no sabía nada acerca del nacimiento de ningún otro rey en sus tierras. Pero si alguien lo sabía, eran los sacerdotes, los escribas y todos aquellos que dedicaban sus vidas al estudio de las escrituras antiguas de los profetas. Allí debería estar predicho en qué lugar nacería este Rey que gobernaría sobre todo y para siempre. Y así fue. Apenas hizo falta preguntar al sacerdote de menor rango para que lo supiera, cualquiera que hubiera estudiado minimamente a los 12 lo sabría, sin ninguna duda. El profeta Miqueas apunta sin oscuridad ni sombra de dudas a Belén Efrata como el lugar donde nacería el Mesías, el pastor que guiaría a su pueblo, aquel que sería gobernante en Israel, aquel cuyos días son desde la eternidad.

Con buenas palabras, Herodes envió a los magos a ver al gran rey que había nacido en Belén. Pero a su alrededor ya se alzaba una conjura de sombras que le guiaban a cometer una atrocidad como pocas ha habido en la historia. Les dijo que cuando le hubiesen presentado sus respetos y lo hubieran adorado, volvieran a Jerusalén para decirle de quién se trataba y dónde estaba para que él mismo fuera a adorarlo. Una vez más, las sombras movían oscuras fichas para asesinar a la esperanza de la humanidad. El rey de Israel no dejaría vivo a nadie de quien se dijera que iba a suplantar su trono.

Y allí lo encontraron. El Rey del mundo, el hijo de David, aquel de quien el gran profeta Isaías dijo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

Todo fue mucho más impresionante de lo que jamás hubieran soñado. No solamente Dios se había acercado a los hombres humillándose a sí mismo, sino que había llegado a nacer entre bestias y suciedad. Olvidado de los hombres. Aquel para el que el mayor palacio de la humanidad habría sido poco en magnificencia, había elegido nacer en un establo, pasar sus primeros momentos en un pesebre. Dios había nacido, el Rey había llegado, pero no solamente eso. En su primer respiro en nuestro mundo ya había hecho toda una declaración de intenciones de lo que sería su vida, su crecimiento, incluso su muerte. El Rey del mundo no venía a ser servido, ni a recibir. El Creador venía a dar, a bendecir.

Se arrodillaron ante tan majestuosa muestra de humildad, ante tan solemne manera de expresar autoridad, sin palabras. A sus pies dejaron los presentes que trajeron. Oro, incienso y mirra. Sencillamente perfectos. El oro para el Rey que nacía, el incienso para el Dios que, aún hecho carne, merecía toda gloria y la mirra. Mirra que, en ese momento no tenía mucho sentido, pero más adelante lo tendría, totalmente. La mirra es una sustancia que se obtiene de una resina, muy amarga, que se usaba como ungüentos y, sobre todo para embalsamar cadáveres.

Cuando hubieron hecho lo que fueron a hacer, aquello para lo que habían nacido, pusieron camino de vuelta a Jerusalén. Pero tuvieron un sueño. En él, un ángel se les aparecía avisándoles de los planes de Herodes. Así que dieron media vuelta y volvieron a su tierra sin decirle nada al rey.

Pero una vez más las sombras gritaron a los oídos de los hombres en contra del plan de Dios. Herodes, al verse traicionado por los magos, ordenó el asesinato masivo y sistemático de todos los niños menores de 2 años de Belén y los alrededores.

José, el marido de María, fue avisado por ángeles para que huyeran. Fueron a Egipto.

Dios estaba aquí, los planes demoníacos solamente lograban hacer que Jesús cumpliera todas y cada una de las profecías que de él se habían hecho. Los planes de Satanás estaban siendo usados magistralmente por Dios para hacer lo que quería hacer, no dejar ninguna duda acerca de la naturaleza de este hombre. Hombre que nació en un establo, huyó para salvar su vida sin siquiera tener edad para andar, creció como un anónimo, hizo milagros, vivió una vida santa, expresó palabras jamás dichas por nadie anteriormente, revolucionó el mundo, fue acusado injustamente, asesinado brutalmente, resucitado con poder, dejado su huella en la historia hasta tal profundidad que jamás será borrada y que volverá para reinar, con la gloria y el poder que le pertenecen.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Aquel invierno II: Aquella Navidad


El pequeño pueblo había multiplicado sus habitantes en apenas una semana. El edicto del César, que ordenaba a todos los habitantes del imperio empadronarse en el pueblo de sus padres, había obligado a mucha gente a volver a la pequeña Belén.

El viaje había sido largo y tortuoso. Y frío, muy frío. Era una locura ponerse a viajar hasta Belén desde Nazaret en estas fechas, y la pareja había intentado retrasar la partida hasta que naciera el pequeño, pero ya no habían podido retrasarlo más y habían tenido que salir. Y fue en el momento en que pasaron junto a las pequeñas puertas del pueblo, cuando María tuvo su primera contracción.

Agarró la mano de su amado fuertemente. Le miró a los ojos con una mirada cargada de miedo. José le envolvió la mano con las suyas, quería hacerle saber que, pasase lo que pasase, él la protegería. La protegería a ella y al pequeño que llevaba en sus entrañas, ese que ahora, en el peor momento posible, se esforzaba por salir.

Pasaron cerca de una posada, fueron a preguntar a la puerta. Estaba llena, incluso tenían a gente hospedada en lugares donde no solía, y ya le informó que así sería en todo el pueblo. Habían llegado demasiado tarde, ahora ya no encontrarían un lugar donde hospedarse. Ni el estado de la joven, ni sus gritos de dolor conseguían arrancar misericordia del tabernero, ni de ningún otro. Se les cerraron todas las puertas. Incluso llegaron a llamar a puertas de casas particulares para que les hicieran el favor de dejarles dormir. A nadie se le enterneció el corazón, aquello parecía una pesadilla.

Las mismas sombras que habían estado motivando y volviendo locos a los que intentaron asesinarlos en medio de la enorme batalla espiritual que se desató en el camino a Belén, ahora estaban petrificando los corazones de los habitantes de Belén. Aquellos que habían sido contenidos con firmeza por las legiones de Miguel, ahora habían cambiado de estrategia, ahora iban a negar a la pareja toda posibilidad de dar un techo al bebé, lo que aquella noche significaría, con toda seguridad, la muerte.

Pero dejaron escapar un pequeño detalle. Hubo un hombre, un ganadero, que negó la posibilidad de un lecho a la pareja en su hogar, pero les permitió quedarse en su cuadra. José estaba desesperado. En aquella situación, un montón de pajas podría hacer perfectamente las veces de lecho. Un buey y su mula, podrían dar calor al bebé y a la joven como una hoguera, y el pesebre para que comieran las bestias, podría hacer las veces de cuna. La pareja aceptó, dando gracias a Dios y bendiciendo a aquel hombre. Había salvado la vida de María y del pequeño.

La sucia y maloliente cuadra de Belén fue el lugar que recibió al Rey de reyes. Los ángeles se arremolinaban a su alrededor para adorarle, para ofrecerle tributo. Al fin, el momento tan esperado, tan soñado, había llegado. Miles de personas habían muerto soñando con ese momento, incluso viéndolo nubladamente. Y allí estaba.

Unos pastores hacían noche cerca del pueblo. Ellos fueron testigos del coro celestial que anunciaba la llegada del Rey. El Cielo entero estaba de fiesta. El plan que comenzó en el Edén se hacía realidad. Dios mismo tomaba forma de hombre, con un propósito muy claro, un propósito que le llevaba directamente a la cruz.

El Emperador del Universo se hacía carne. Y no nacía en un palacio, ni rodeado de los mayores lujos, ni poder o autoridad humanos, no. Lo más importante que le ha sucedido al hombre en su historia, ante lo cual contenían la respiración en absoluta adoración al completo las huestes celestiales, nacía en un pesebre, entre bestias malolientes, en una familia modesta, en medio de una batalla espiritual.

Y es así como debería ser. El camino hacia la cruz había comenzado. Y nada lo torcería, nadie lo tapiaría. Dios estaba entre nosotros con una misión clara. Y ahora ya respiraba, ya era sangre y carne, ahora ya era completamente humano, el Creador de los Cielos y la Tierra. Este bebé envuelto en pañales, acostado en un pesebre, adorado por pastores y calentado por bestias, ya tenía la mente puesta en el Golgota.


viernes, 23 de diciembre de 2011

Aquel Invierno I: La batalla

La noche era muy fría. El viento del norte helaba el maltrecho camino que surcaba el helador desierto. Una pareja circulaba, solitaria, rumbo al sur. La chica, apenas una adolescente, se arrebujaba dentro de su capa, para resistir el frío y proteger al pequeño que crecía en sus entrañas. El avanzado estado de gestación, hacía su periplo mucho más arriesgado. Por suerte, la mula de su marido la transportaba, guiada por él, un varón visiblemente mayor que la joven.

La verdad es que era muy mala época para viajar, el frío helaba los huesos y los asaltadores merodeaban por doquier. Una pareja solitaria en aquel recóndito camino que llevaba al pequeño pueblecito tenía una enorme diana para cualquier rufián que quisiera atacarlos. Y aquella noche, el matrimonio viajante, no tenía la dicha de estar solo.

 Detrás de unas piedras, junto al camino, tres bandoleros esperaban a los pobres desdichados que circulaban inocentemente por la senda. Oscuras sombras les habían guiado hasta aquel punto. Probablemente no pudieran robarles mucho, pero algo era algo. Además, la mula tendría algo de valor, no era muy vieja. Y la joven, aunque embarazada, serviría para aliviar alguna tensión que otra. El hombre seguramente muriera intentando defender a su amada, y el niño... nada importaba el niño. Que muriese también.

Con las manos en los cuchillos, tratando de hacer el menor ruido posible, esperaban a los pobres ingenuos. Se sentían exultantes, invencibles. Parecía como si algo sobrenatural les estuviera regalando una valentía y una fuerza inhumanas. A cada paso que daban los viajantes, se sentían más motivados, más sedientos de sangre, más dispuestos a matar. Ya ni el hecho de violar a la joven les resultaba llamativo, ahora querían sangre, muerte. En aquella noche, nadie saldría con vida, ni el padre, ni la adolescente, ni el bebé. Puede que ni siquiera la mula. La locura de las sombras que los controlaba les había cegado la mente. Ya no querían robar, ni sacar ganancia. Cada vez estaban más enfocados en la mujer. Tan enfocados que ya solo veían el fruto de su vientre. El bebé. Ese niño no nato. Debía morir. Ya.

Aquel camino parecía desierto. Pero solo lo parecía. Había unos asaltadores que estaban siendo engañados por sombras, para llevar a cabo sus crueles, sucios y perversos planes. Aquellos demonios se agrupaban en torno al camino. No estaban dispuestos a permitir que ese bebé naciera. Cientos, miles de enemigos tenía la pobre pareja en aquel solitario camino. Y no veían a ninguno.

Pero también tenían amigos.

Legiones angelicales custodiaban a los enamorados. En el vientre de aquella joven, estaba lo más precioso que había visto la humanidad, lo más importante de toda la historia, de todo el universo. Y ellos lo sabían. Debían defenderlo contra todo ataque, contra toda conjura.

Faltaban pocos metros para que llegaran a la altura de la emboscada, cuando comenzó la batalla invisible.

Un grupo de ángeles fue directamente contra los asesinos a la orden de su superior. Se estrellaron contra una muralla demoníaca. Otros batallones de sombras atacaron los flancos del grueso del grupo que protegía a los que, inocentemente, pensaban que su peor enemigo era el frío. Los ángeles se prepararon para la embestida.

La batalla encarnizada comenzó, espiritualmente. Las lanzas chocaron contra los escudos, las espadas contra las corazas. El destino de la humanidad dependía de aquella misión. La determinación de las huestes angelicales, capitaneadas por el General de los ejércitos celestiales, el Arcángel Miguel, penetró hasta el grupo de asaltadores que ansiaban la sangre del pequeño. Hicieron retroceder a los engendros tenebrosos a golpe de mandoble. Cuando hubieron llegado, justo en el momento en que ellos iban a saltar contra la pareja, un certero ataque de un querubín cegó las mentes de los atacantes, haciéndoles caer desmayados en el acto.

El resto del grupo, con obstinación ciega, resistieron los oscuros envites de las hordas de Satanás. El mismo caudillo de los demonios dirigía aquel ataque titánico. Los escudos de los ángeles taponaron todo intento de Lucifer. Poco quedaba ya para el gran momento.

Pocos cientos de metros más adelante, estaba el destino de la pareja. Un pequeño pueblecito que en ese momento bullía actividad gracias al edicto de un emperador a miles de kilómetros. Aquella batalla se recrudecía en ese momento, pero había comenzado miles de años atrás, y se prolongaría otros miles en el futuro, aunque daría un giro decisivo en los años por venir. Y este giro comenzaba en ese mismo momento.

 El Rey llegaba, al fin.

Y los ejércitos celestiales no permitirían por nada del mundo que nada malo le ocurriera.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Se acerca el invierno

Hace tres años, parecía una hecatombe que explotara la burbuja inmobiliaria. Miles, sino millones de personas se iban a la calle, miles de familias se quedaban sin las casas por las que habían pagado por no terminarse la obra, otras miles tenían que presentarse en las oficinas bancarias con las llaves de sus casas en mano para entregarlas, sencillamente habían tenido que elegir, o su casa o el futuro inmediato de sus familias. El gobierno se negaba a afirmar que esto era una crisis, era solamente una desaceleración económica de la que ya, hacía 2 años, se veía la luz al final del túnel. El tiempo nos ha enseñado la realidad, que nuestra Europa unida, y más fuerte que nunca, se está resquebrajando mientras sus gobernantes intentan pegar con tiras de celofán los cascotes que se despeñan en medio del terremoto. Que cinco millones de personas están en la calle intentando trabajar, que miles de familias están en una situación desesperada, sin ingresos de ningún tipo en la casa, que las entidades que ofrecen ayuda a las personas desamparadas no dan abasto. Esta crisis, hoy en día no tiene ninguna luz al final de ningún túnel, si seguimos con el euro, toda Europa parece al borde del abismo, si salimos del euro, nos iremos incluso antes por el sumidero. Ya nadie sabe qué hacer, todos esperan un milagro para salir adelante económicamente.

Muchas veces he hablado de la crisis moral que sufrimos también en nuestros años y en nuestras latitudes. El caso es que la familia está desintegrándose a pasos agigantados bajo un clima de apoyo aparente a la libertad y a la independencia. El número de abortos, de separaciones, de asesinatos entre parejas, de depresiones infantiles, de dramas familiares no deja de aumentar. Pero la cosa con la situación financiera en la que estamos metidos, no deja de crecer. El caso es que se han disparado en un 25% el número de suicidios desde que comenzó la crisis. Tenemos casos tan escalofriantes como el de aquella mujer de Estados Unidos que disparó a sus dos hijos antes de suicidarse en una oficina de asistencia social, o de personas que se han suicidado después de serle negada asistencia alimentaria en medio de su precaria situación. Cada vez son más las personas que, en medio de su situación desesperada, tanto moral como económica, deciden quitarse la vida como causa de su desesperación.

Parece ser que la guerra entre Israel e Irán es inminente. Esta guerra parece algo normal, algo más de lo mismo, a lo que nos tiene acostumbrados el Medio Oriente. El caso es que Estados Unidos está bastante convencido de entrar a apoyar a su aliado israelí, y China y Rusia ya han amenazado, además de movilizar a sus ejércitos, de que esto podría conllevar una contienda a mayor escala, aludiendo explícitamente a la Tercera Guerra Mundial y a una crisis nuclear a nivel mundial. 

Podría hablar de otros muchos temas, como del aumento de la corrupción a todos los niveles, del incremento de las protestas contra los políticos y la política en general en todos los rincones del mundo o de otras muchas cosas en las que podemos ver la manera en que todo se está desmoronando.

Parece que por todos los frentes, tenemos fuego abierto. Parafraseando a la Casa Stark de la saga de libros “Canción de Hielo y Fuego”, parece más evidente que nunca que “Se acerca el invierno”, y no me estoy refiriendo al invierno como estación, sino a algo mucho más grave, mucho más preocupante y mucho más trascendente.

A lo que yo me pregunto: ¿por qué será que, en medio de todo este clima apocalíptico, me sienta tan sumamente mal que el Real Madrid pierda contra el Barça?

jueves, 8 de diciembre de 2011

Las dos religiones


Hace tiempo planteé una definición de “religión” que sigo manteniendo a día de hoy. La religión es el intento del hombre de acercarse a Dios. Así se podrían  resumir todas y cada una de las religiones que hay en el mundo. En esencia son todas la misma. Hay algunos cambios en cuanto a algunas cuestiones, como por ejemplo, unas se basan en unos escritos y otras en otros, algunos toman como base la Biblia, otros el Corán, el Talmud, el Libro del Mormón, el Rig Veda o el Tipitaka son algunos de ellos. Otros ni siquiera se basan en ningún libro. Otros creen que llegarán a trascender, a convertirse en dioses, otros afirman que todos somos dios, o que dios está en todas partes, o que todo es dios, otros dicen que no hay dios, y solo hay una fuerza que mantiene todo. Todo esto son detalles, detalles más o menos importantes, pero la base de esta religión universal es la misma, que debemos hacer algo para obtener algo. Ahí está la clave de todo. En llegar a ser lo suficientemente buenos, o santos, o a saber suficiente, o a ser lo suficientemente “algo”. Si lo logramos, tendremos algo mejor, ya sea Nirvana, ir al cielo, convertirnos en dioses en otros planetas, o ser uno con la Madre Tierra.  Los artificios y los detalles no cambian la base de la religión, el hacer algo para obtener algo.

En este sentido, la Biblia nos enseña otro concepto de religión, aunque en su nombre se hayan levantado muchas "religiones" con el mismo planteamiento que comentaba antes. Muchos pueden pensar que el cristianismo se trata de otra religión más, que si se le quita el cascarón que estoy eliminando en el resto de las religiones, llegamos a un “más de lo mismo”. Nada más lejos de la realidad. No al menos si nos referimos al cristianismo que propone la Biblia, no al que se ha tergiversado en innumerables ocasiones por parte de unos y de otros.

La Biblia no nos presenta nada parecido a lo que decía antes y que se resumía en “hacer algo para obtener algo”. La Biblia no nos enseña que el premio final, sea cual sea, se vaya a ganar mediante una serie de artificios o buenas acciones. La Biblia parte de la base de que este método de buscar nuestro propio bien mediante una serie de procesos, estén como estén orquestados, resultará en fracaso absoluto. Parte de la base de nuestra incompetencia para agradar a Dios, para llegar a la meta solos. Parte de la base de nuestra incapacidad de conocerle, de entenderle. Parte de la base de nuestra imposibilidad de llevarnos bien entre nosotros, de tener paz con nuestros semejantes. Parte de la base de que no podemos, no sabemos y no queremos hacer las cosas a derechas. Parte de la base de nuestrajusta y merecida condena.

Y esta es una buena base desde donde partir. Porque solamente podremos reaccionar ante la realidad si la conocemos. Si dormimos plácidamente y no nos damos cuenta que nuestra casa se está quemando, jamás reaccionaremos a tiempo para salvar nuestro hogar o nuestra propia vida de las llamas. Y este caso es de extrema urgencia, no podemos quedarnos sin hacer nada ni tomar partido en algo que conlleva nuestra vida o nuestra muerte eternas.

Pero esta base, aunque sea más real que otras, no lleva a ningún sitio por sí sola. Por mucho que yo sepa que soy un drogadicto, aunque sea un buen punto de partida el reconocer esta verdad, no me llevará por sí solo a cambiar mi modo de vivir ni a salir de la droga. Necesito ayuda. Pero no me vale la ayuda de otro drogadicto. Esto solo me servirá para caer más aún los dos en nuestro mal. Necesito ayuda de alguien que no tenga ese problema, de alguien que no me lleve a pasear por los sitios donde se vende eso que me atormenta, que no me hable de lo bien que sienta cuando vas puesto. Necesito ayuda externa. Pero, en el caso que nos ocupa, ¿quién va a ayudar a una persona que quiera salir de su situación terrible en la que se encuentra en relación a Dios? Tiene que ser alguien perfecto, alguien que no tenga el problema del pecado, ni que tenga el problema de no conocer a Dios, alguien lo suficientemente humano para entenderme y acercarse a mí, y lo suficientemente divino para superar los obstáculos que yo y todos los demás tenemos delante.

La respuesta a esta incógnita es Jesús, el Cristo. Un humano, cumplidor de toda la ley, santo, bueno, perfecto. Humano enteramente para poder confiar en él, para que me entienda, para que sea justo que cargue con mi maldad. Dios completamente, para que tenga el poder de perdonar pecados, para que tenga el poder que me lleve a salvar los obstáculos que tengo delante y que me impiden el acceso a Él. Perfecto en todos sus caminos para que su sacrificio en mi lugar sea aceptado, sea sencillamente impoluto. Alguien que, a pesar de ser humano perfecto, haya demostrado no venir de parte de Dios, sino serlo él mismo. Jesús es la clave de la ecuación. Es el elemento que da la vuelta a la religión. Ya no tenemos que hacer nada para obtener la paz con Dios, para llegar a la meta de una pieza. Ya no tenemos que dar nuestra vida para acallar nuestras conciencias. Porque ya está pagado, porque todo lo que se podía hacer ya está hecho. Porque el Creador del cielo y de la tierra se hizo hombre para buscar lo que se había perdido, sabiendo de sobra como sabía que no había otra esperanza para el ser humano, que por mucho que nos esforzásemos, jamás llegaríamos a la medida que se espera de nosotros.

Así que aquí tenemos otra religión, una instaurada no por libros sagrados en sí mismos, ni por hombres que buscan el bien supremo, una religión que no se basa en el “hacer para obtener”. Aquí tenemos una religión, en la que el hombre no se acercó a Dios, sino que fue Dios el que se acercó al hombre para ofrecerle salvación de una manera gratuita. Dios le dio la vuelta a la religión y lo hizo todo. Absolutamente todo.

Así que, en esencia, existen dos religiones en el mundo. Una creada por los hombres y que se basa en el “hacer para obtener”. Y otra creada por Dios mismo, con la impronta de su sangre y la evidencia de su resurrección que está basada en el “ya está pagado”.

Ahora llega cuando cada persona decide qué hacer con su vida, qué senda elegir, qué religión seguir, a quién hacer caso, a Dios o a los hombres.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe."
Carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 2, versículos 8 y 9.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El Origen de la Vida

El tema del diseño inteligente, es algo de lo que no se suele hablar en lugares públicos. Cuando pensamos en cómo se creó la vida o de qué manera el universo en general y La Tierra y su diversidad de vida en particular llegaron a existir tal y como lo conocemos, parece que aquel que no crea aquello que propuso Darwin hace siglo y medio, es alguien dogmático, engañado por los curas y retrógrado. Al menos esto es lo que nos quieren hacer creer y lo que vemos por todos lados. 


Y una de las principales razones de todo esto es que hay grandes esfuerzos de todo tipo para acallar a aquellos que no están de acuerdo con la norma establecida. Por ejemplo, la investigación científica a favor de un "diseño inteligente", es muy inferior a aquella que intenta evidenciar como  sea la Teoría de la Evolución, por la sencilla razón de la inexistencia total de capital público para los investigadores que no aceptan lo que "debe ser". Después, todos somos testigos de ello, cuando vemos los documentales de la 2 o de National Geografic. Se nos presenta la Evolución como una realidad, es normal, es sobre lo que se estudia, a lo que se dedican más científicos, más millones y más medios. Si quieres ser un científico que estudie algo que no va con lo que se supone que debes creer, no recibirás dinero, si vas acorde con el mundo, lo recibirás. ¿Qué decides?


El mundo de la televisión es exactamente igual. No es normal que se se ofrezca un espacio televisivo para hablar de una manera seria y abierta acerca de ciencia y de fe. Pero aquí podemos encontrar, en el canal de Libertad Digital, un espacio dedicado a este tema, y lo más grave aún, con expertos que defienden la Teoría del diseño Inteligente, en detrimento de la Evolución.


Este programa, Es la Noche de César, es presentado por el periodista, historiador, escritor y no sé cuántas cosas más César Vidal. En esta ocasión entrevista a Antonio Martinez, que ejerce como médico oftalmólogo en León y es miembro de la Sociedad Estadounidense denominada Physicians and Surgeons for Scientific Integrity (PSSI), y a Santiago Escuain, químico y traductor científico de profesión.


Sin más, os dejo con la entrevista acerca de este tema tan candente e interesante. Que la disfruten.


viernes, 2 de diciembre de 2011

La Iglesia de Pocahontas

 El arqueólogo William Kelso aseguró haber hallado el lugar donde en 1614 se casó la princesa indígena popularizada por la película de Walt Disney . “Estoy absolutamente seguro", afirmó tras describir algunas de las coincidencias

 "Esta es la primera iglesia" protestante de las decenas de miles que hay actualmente en Estados Unidos, y fue usada entre 1608 y 1616 , declaró William Kelso, jefe del equipo arqueológico de  Jamestown, Virginia , ubicado al sureste de Washington DC.

La zona del templo y sus alrededores, cuidadosamente excavada, reveló grandes agujeros de postes de dos metros de profundidad, así como restos de cuatro tumbas.

En los próximos meses los arqueólogos se dedicarán a cavar las tumbas."Sabemos las edades, y tenemos registros de bautismo", dijo Kelso, entusiasmado ante la posibilidad de confirmar las identidades con el estudio de los huesos y los dientes.

Teniendo en cuenta el tamaño de los agujeros para los postes de madera, Kelso dijo que la iglesia era capaz de soportar el pesado techo del edificio, construido con la técnica de "mud and stud" (barro y madera).

 "La religión jugó un papel importante" en la pequeña comunidad , dijo Kelso, de pie cerca del río donde pequeñas banderas marcaban el contorno del edificio de la iglesia. Los colonos "trabajaron duro en la construcción de esta gran iglesia, y llegó a ser muy importante para la colonia".

Según los expertos, otras dos iglesias protestantes fueron construidas antes que ésta en Estados Unidos, pero no quedaron vestigios de ellas. Kelso está seguro de que ésta es la más antigua que queda.

 Aquí, "en abril de 1614, se casó con el colono inglés John Smith la princesa indígena Pocahontas, la hija predilecta del jefe Powhatan. Estoy absolutamente seguro", dijo Kelso.

Pocahontas es conocida mundialmente tras la película de dibujos animados de Walt Disney que transformó en una historia de romance su encuentro con el colono inglés.

En esa zona, cerca del río James, unos cien hombres desembarcaron el 14 de mayo de 1607 con la misión de fundar la primera colonia inglesa en América.

De acuerdo con descripciones de la iglesia registradas en documentos del secretario de la colonia, el espacio construido descrito coincide con lo que se puede ver hoy a través de los restos hallados. "Estoy convencido porque son las dimensiones correctas", dijo Kelso.

Las cuatro tumbas encontradas también coinciden con las de los cuatro miembros importantes de la colonia que habrían sido enterrados cerca de la iglesia. Kelso dijo que entre ellos había un caballero, dos capitanes y el reverendo Robert Hunt, el primer pastor protestante en llegar al lugar.

Señalando el sitio donde Pocahontas seguramente se paró cuando se casó con el colono inglés, Kelso destacó la importancia del evento en la historia colonial, que permitió la paz con los indios que poblaban estas tierras y permitir nuevos asentamientos en lo que hasta entonces era territorio hostil para los colonos europeos.
Fuentes: AFP
© Protestante Digital 2011

jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Puede algo bueno venir de España?


Hoy he visto algo en la televisión mientras comía que me ha dado bastante que pensar.

El caso es que, en los anuncios, he visto un comercial de una marca de yogures en el que, por la calle había una serie de personas hablando, cada persona a la que enfocaban iba enumerando las virtudes y milagros de estos yogures en cuestión. Unos decían que le gustaba mucho el sabor, otro que eran más baratos que aquellos otros, que en los análisis que se había hecho tenía menos colesterol desde que tomaba esos yogures o que iba mejor al baño, qué se yo.

Pero lo que vi que me ha hecho meditar ha sido el último personaje que hablaba en el anuncio. Era un hombre que ya tendría sus cincuenta y tantos perfectamente, con cara de tipo listo y contaba los beneficios de tomar ese producto desde un punto de vista científico. No recuerdo qué decía exactamente, la verdad es que poco me importa. Pero lo que me ha dejado pensando es el ver la cara de extranjero que tenía el tipo, y el fuerte acento inglés del supuesto experto. El resto de los que salían en el anuncio eran españoles, perfectamente madrileños o castellanos por el acento, y decían cosas del día a día, que si es más barato, que si le ayuda a hacer mejor de vientre, que si sabe a un pedacito del cielo. Cosas menores y sin mayor importancia. En cambio el último, el más trascendente, el que dice las cosas elevadas, al que hay que atender, él es extranjero, de donde viene todo lo bueno, y no solamente eso, es que casi ni sabe hablar castellano.

No sé si estoy extrayendo un mensaje de ahí que solamente está en mi mente, pero creo que en anuncios como este, hasta el más mínimo detalle está pensado y controlado. No creo que el poner a los españoles a decir las bajezas y al extranjero inteligente a hablar como el auténtico sabio haya sido un accidente sin mayores pretensiones.

Creo que esta mentalidad existe en nuestra sociedad, en nuestro país. Lo bueno siempre viene de afuera. Y tiene que venir de afuera. En España sabemos divertirnos, comer bien, echarnos la siesta, si eso jugar a fútbol y poco más. No nos pidas más porque la verdad es que de nunca hemos sido muy avispaos. El anuncio no está exponiéndonos nada nuevo que tengamos que aceptar o no, se limita a poner en imágenes lo que nosotros “ya sabemos”. Que los españoles somos tontos, que hasta que no nos lo dice un extranjero algo no puede darse por bueno o por útil. En España solamente sabemos inventar cosas que tengan un palo pegado.

Y mientras tanto, miles de jóvenes españoles, sobradamente preparados con el dinero del estado, pagado por estos españolitos cortos de miras, se están yendo a otros países, países que no pusieron un duro en su formación a trabajar en puestos que les están vedados en España. Porque en nuestro país es mejor no invertir en investigación, ni aprovechar a los jóvenes en los que invertimos. Si total, las cosas buenas ya las inventan los extranjeros.

Yo quiero decir que todo esto es mentira. No es que el anuncio esté siendo malvado o trate de engañarnos, se limita a representar la idea que ya tenemos en esta sociedad. Pero esta sociedad está equivocada. No creo que seamos más tontos que otros o menos capaces, lo que ocurre es que es precisamente esta “leyenda negra” que nosotros solitos nos hemos formado, la que se retroalimenta y hace que sea verdad. Si no investigamos en España, si dejamos que los jóvenes más prometedores y mejor formados huyan de nuestro país, entonces todo se inventará fuera, está claro. Se inventará fuera aunque sean los españoles los que lo inventen.

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