jueves, 23 de junio de 2011

Operación Barbarroja

22 de junio de 1941. El mundo está tambaleándose por una enorme guerra que lo asola. Todos los países, uno tras otro, van siendo pisados por la descomunal bota nazi. Los alemanes ya casi ocupan toda Europa y el norte de África. El gigante alemán parece imparable, ellos creen que nadie les puede derrotar, sus enemigos así lo piensan también. Aunque esta impresionante potencia se encuentra con tres problemas que no es capaz de solventar:

-Aún no ha sido capaz de subyugar militarmente al Imperio Británico, a pesar que no está escatimando esfuerzos ni bombas.

-El gigante estadounidense se está desperezando y ha cambiado su estado de neutral a no-beligerante. Realiza el primer reclutamiento de tropas voluntarias en tiempos de paz e incrementa exponencialmente su presupuesto militar.

-La Unión Soviética ha seguido su propio plan de conquistas, de hecho, del mapa de Europa, si unimos a los nazis sus aliados o simpatizantes, como España, nos queda prácticamente un mapa dividido entre Alemania y Rusia. El enfrentamiento entre las dos potencias parece inevitable.

Este hombre que jugó a ser dios se propone terminar su trabajo, si logra llegar a Moscú y controlar el Kremlin antes que la URSS pueda reaccionar, ya nada le podrá derrotar. Ha convertido a Alemania en una productora de guerra total, es decir, ya todos trabajan por y para la guerra. Llegados a este punto solo quedan dos opciones, una victoria total o la muerte, no hay punto medio. Y esto lo sabe Hitler.

Y así da comienzo la operación Barbarroja. La Guerra Relámpago que destrozó a los países europeos, hace que las plazas ahora controladas por los soviéticos capitulen a gran velocidad. Los nazis avanzan rápidamente hacia su destino, ya ningún hombre podrá detenerlos. Ellos siguen ciegamente a su “dios Hitler”, y saldrán victoriosos, siempre lo hacen. Su intención es destruir las tropas rojas en un par de meses. Así, por tres bloques, más de tres millones de alemanes y un millón de aliados, junto a 4400 tanques y 4000 aviones se precipitaron hacia las tierras comunistas.

Según avanzaban, no faltaban pueblos que pidieron el apoyar a los nazis para destruir a quienes les habían subyugado anteriormente, pero Hitler despreció esta ayuda, no los necesitaba, él podía dominarlo todo.

En octubre se dirigieron a Moscú. Parecía que se estaban retrasando. Las lluvias otoñales creaban fangos que los paralizaban casi completamente. Con tantas victorias alemanas, los periódicos germanos daban la guerra por ganada definitivamente.

Sin embargo tuvieron varios problemas. Leningrado, a donde llegaron en agosto, parecía una plaza demasiado costosa de tomar, por lo que Hitler decide sitiarla y tomarla por hambre, aunque llegan a 25 kilómetros de Moscú, la llegada de refuerzos de Siberia hace que tengan que replegarse más de 200 km y la más importante y crucial de todas, el frío.

Cuando llegó el invierno, los alemanes, preparados para su marcha inicial de verano hacia el norte, tuvieron que enfrentarse, sin apenas provisiones y mucho menos ropa de abrigo, a temperaturas que superaron los 50 grados bajo cero. Era cierto lo que pensaban, ningún hombre les detendría, no lo hizo un general soviético, como ocurrió con Napoleón, fueron vencidos por el “General Invierno”. Precisamente ese invierno, fue el más duro del siglo XX.


La operación Barbarroja fue el comienzo del fin de Hitler. A partir de este momento, ya no podemos contar las muertes de esta guerra en miles, sino en millones. En total, la fracasada operación se saldó con unos 25 millones de muertos. Esta pretensión de Hitler y esta operación fue tan importante para el transcurso de la guerra, que despertó el frente que sería su perdición. El resto de los frentes no serían más que intentos de "desangrar tropas" que en un principio irían destinados a la guerra en el este. Una vez el Ejército Rojo estuvo preparado, sería imposible pararlos.

Ayer hizo 70 años del comienzo de esta operación, del comienzo del fin de un tirano que soñó ser dios, seguido por un grupo de fanáticos que soñó seguir a un dios. Pero que, sencillamente, no lo era.

1 comentario:

Dal Wehawax dijo...

Tío Poe, un loco poseído de su divinidad trajo aquellos males junto a otros locos. Eso ocurrió ayer el problema que tenemos hoy es que los locos se han apoderado del manicomio. No se si será barba o bigote ni el color que tendrá la operación de acoso y derribo contra la humanidad a manos de sus líderes. Ellos actúan todos a la una como los de Fuenteovejuna. Nosotros todos dispersados como las cabras en el monte. La historia solo enseña a los que quieren aprender. Dime, visto como está el mundo hacia donde lo llevan, ¿te parece que han aprendido algo?

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